Paso de baile, un poema
En la zona del puerto tumbamos sillas y mostradores
así combatimos casi toda una noche casi hasta la sangrienta madrugada
contra azules policías siniestros
estruendosas estrellas fugaces originaron los revólveres
flotó un ambiente de actividad dentro del bar por mucho rato
las mujeres colocáronse sacos masculinos sobre los vestidos de noche
ofreciendo ginebra y cigarrillos tanto como tiernas y roncas palabras
a los caídos que contemplaban el pandemonio con ojos
tristes desde los rincones.
Por dos veces estuvimos a punto de ser vencidos
pero en un sombrío intervalo de la batalla juramos
no desechar una muerte heroica no desperdiciarla
continuamos serenos en nuestros puestos de combate
serios reconcentrados a punto de desmoronar el caos de nuestras vidas
en un oscuro orden de silencio gradual.
Así hasta que como el polvo o el sueño
la batalla se dispersó dejando seres caídos
y la memoria de una furia verde y eléctrica
después nos habitó la fatiga sin esplendor
dormimos en rueda sobre el piso o en camastros improvisados
pero cuando se desencadenó la mañana reintegramos cada cosa a su lugar
restablecimos sin vacilaciones lo que considerábamos nuestro orden
y durante dos días y dos noches
permanecimos en una delicada vigilia
junto a los solitarios cadáveres de nuestros camaradas
ardiendo ya en un helado desbocamiento desvaído
de nuestros viejos y amados compañeros
caídos durante el trafalgar de la batalla
eligiendo con su candorosa destrucción
la inútil persistencia de los días.
De En la zona, 1960
(Fuente: Biblioteca Ignoria - Isaías Garde)
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