miércoles, 31 de enero de 2024

T. S. Eliot (Estados Unidos, 1888-1965)

 

"El hipopótamo" 


 
 
(Y cuando se lea esta epístola entre vosotros, haced que se lea también en la iglesia de los Laodiceos).

El hipopótamo de ancho lomo
con la panza en el fango yace;
aunque nos parece tan sólido,
es sólo de carne y sangre.

La carne es frágil, es endeble,
puede sufrir postración nerviosa;
pero la Iglesia no cabe que falle,
porque está fundada en la roca.

El ’pótamo los pasos yerra,
fines materiales midiendo;
nunca se conmueve la Iglesia
para obtener sus dividendos.

Al mango que pende del árbol
el ’pótamo nunca llega;
dan la granada y el durazno
desde ultramar fresco a la Iglesia.

En el celo la voz del ’pótamo
muestra una ronca, rara inflexión;
cada semana llena de gozo
la Iglesia canta su unión con Dios.

El ’pótamo perezosamente
duerme de día; de noche caza;
Dios obra misteriosamente,
la Iglesia a la vez se nutre y descansa.

Yo vi abrir las alas al ’pótamo
subiendo de húmedas sabanas;
un coro de ángeles en torno
alaba a Dios cantando hosannas.

Por la sangre del Cordero, limpio,
mientras brazos celestiales lo enlazan,
entre los santos tendrá un sitio
y tocará un arpa dorada.

Quedará blanco como la nieve:
todas las vírgenes lo besan;
la Iglesia abajo permanece
entre la vieja niebla infecta.
 
 

T. S. Eliot, incluido en Antología de poetas ingleses modernos  (Editorial Gredos, Madrid, 1963, trad. de Vicente Gaos).
 
(Fuente: Asamblea de palabras)


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario