LA OVEJA DESCARRIADA
Déjame besar los labios de esa joven romana.
No soy tu cordero más blanco,
no soy tu daga más pulcra
pero no falto a misa,
no olvido el ayuno
ni repartir el pan entre los mendigos.
Déjame besar los labios de esa joven romana.
Déjame ser Uno con ella,
dame la forma del áspid
para enroscarme en su cuello
senos
vientre
muslos
tobillos
bajo el manzano.
Señor
El vino de consagrar es exquisito
pero el que brota
de sus intimidades
me abre las puertas del cielo.
Ella no habla la lengua de tu iglesia;
cultivada por Venus y Minerva,
otorga placer
sin culpa ni castigo.
Déjame besar los labios de esa joven romana.
Señor:
Déjame palpar su húmeda belleza,
lamer los pies de esa criatura
que triunfal ensaliva mi cuerpo.
Señor:
No soy tu cordero más blanco,
no soy tu daga más pulcra,
pero deja que ponga mi pez en esa boca.
Cierra los ojos, Señor,
y por piedad
déjame besar los labios de esa joven romana.
(Fuente: José Emilio Pacheco - Textos a la deriva)
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