dos poemas
Resaca
(soneto con coda)
A Antonio Cisneros,
in memoriam
Vómitos, reflujo, asfixia, atoro.
Cero inspiración. Tos. Depresión.
Seis de octubre, casi estoy que lloro
pero es hora de tomar mi infusión.
Tras la duermevela de resaca
estiro el tiempo y me asalta un cuadro
en lo espeso de la noche flaca.
Esto es crisis. Casi estoy que ladro.
El reto de setentiún sonetos
lanza un jaque mate a la suerte.
Recoge el guante o muere, poeta,
A ver si la escritura es más fuerte
O si las Moiras te tienden una treta
y no garabateas ni un cuarteto.
Coda
Amanece y encuentro en el diario
un artículo de Héctor Manjarrez
sobre el vate desaparecido
cuatro años ha, un seis del diez:
Soy el Cisne Negro y he venido
a salvarte en mi aniversario.
~
Estela
Esta razón que rige eternamente el hombre no comprende
ni antes de oírla ni una vez oída:
así escribió en Éfeso
Heráclito
el Oscuro
Eurípides (el Trágico) la señaló a Sócrates
que hidalgo
la admiró
y luego legola a nuestros días
Diógenes
el Cínico
(previo erudito comentario de Teofrasto
y hasta de Aristóteles).
La ambigua parábola reza
que el dios es noche y día
guerra y paz
hambre y hartazgo
(uni/rivalidad de los contrarios
inmanente a su ser)
mudable
cual incienso
que al abrasarse en una u otra esencia
deriva su nombre
de la nueva embriaguez
(la identidad es flujo entre dos aguas
soplo
entre brasa y llamarada)
pues el mundo
siempre fue
es y será
fuego
y el alma
rediviva
un tenue
inagotable
hilo
de humo.
***
Revista Carátula
Revista Altazor
(Fuente: La comparecencia infinita)
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