lunes, 29 de enero de 2024

Matías José Morales (Talca, Chile, 1988)

 

tres poemas











Lagunas



Cuando llegamos al lugar, alguien
lo había acondicionado
para nosotros. Con delicado gusto
dispuso un par de gemelas
junto al mar.
Él —en su vanidad— ordenó
grandes pilas de rocas microscópicas.
Usando colores y composiciones
nos rodeó al protegernos del abusivo sol:

                                                un astro
                                                empeñado en latigar
                                                las motivaciones
                                                de admirar lo bello
                                                en silencio.

Bajo el árbol seco y su desinteresada sombra luchamos
contra los fantasmas de tu equipaje.
El mar no se hizo responsable esta vez.
Se volvió necesario trabajar en equipo
para construir una casa momentánea.
Fue difícil no quebrar varillas entre
oraciones de rabia infantil
y tus necesidades no resueltas
que provienen de aquellos años
donde un grito era el comunicar
más eficiente conocido después del humo.
Al mirar el lago junto a tu fuego
horas más tarde
ya relajado —y con la sangre fluyendo
a su debido ritmo— pude apreciar
belleza en la metáfora.
También su impertinencia, una playa
forma parte del agua dulce
y su laguna añora conocer
aquella espuma amarilla en la distancia.
Ese día no fui
perceptivo para comprender
lo que la naturaleza me dijo
no todo es dialéctica ni contrastes.
Mi cuerpo adelantado en la comprensión
de lo no dicho, sí lo entendió
y al igual que un niño
apunta con el dedo sus impulsos
te dio un trozo de lo que reposa
bajo el sol.

~

Pienso luego exploto

Parte dos: el desapego



Déjame acá / Entre tus ojos / Complemento
Somnífero / Putrefacción en el acto / Sufrir de placer
Codos secos / Trenzas de anís / Pegar mi piel
a la tuya / Calor / Color corporal / Primeras promesas
Siéntate en mi cara / Platos rotos / Contra tu espalda
Un ave bajó y me contó el secreto de los cables / Caminar
lejos de mí / Te dije: gracias por quebrarme / Nos vemos
Emoción arcaica llamada venganza / Fuiste lo mejor / Ébola
en la pista de baile / Seis latas / Propiedad depravada
Pedir ayuda por internet / Te dije: es la hora de mirar un reloj
Ciclos mensuales / Globos en el velador / Miedo
Te miro / Me miras / Depilas mis axilas con los dientes
Me dices: eres portal orgánico / Rociaré tu ADN
por la habitación / Cuchara de madrugada / Googleemos
nuestra muerte / Más allá / Miro mis nalgas / Me dices:
dame tres días y te destruyo / Los pechos se repiten de diez
en diez / El engaño al dormir / A tu lado solitario
Pienso luego exploto / Jadeos / Juegos frontales / Honestidad
momentánea / Amor en fracciones del policarbonato
Cierra la puerta y la boca / Y digo: La rabia es una forma
metafísica de llorar.

~

La civeta



Se podría decir que el universo
tiene aspectos crueles en su composición
 
y que siguiendo la rutina de toda esfera
la orientación del observador varía
el juicio sobre las manzanas
pudriéndose en el suelo
 
Enjaular una civeta
durante su vida útil
 
para que el flujo del grano
al bajar por el tracto intestinal
otorgue un sabor que concuerde
 
con la expectativa puesta
en el café consumido por un par
de ejecutivos en Wall Street
luego de provocar el colapso
económico en Islandia
que llevó a miles de personas
a la banca rota o al suicidio
 
es algo realmente
dañino y complejo
aunque no tan grave
—si lo piensas— en comparación
al sacrificio llevado a cuestas
 
Nos decimos adiós para siempre
y le debemos gratitud
a una pila de cuerpos.

***

Círculo de Poesía
Casa Bukowski
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

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