He ido
No tengo ligaduras;
me abandoné a todo.
He ido en la noche iluminada
hacia goces que eran mitad reales
mitad elaborados por mi espíritu.
Y he bebido un vino fuerte
como beben aquellos
que se entregan valerosamente al placer.
Cuerpo, recuerda
Cuerpo, recuerda, no sólo el ardor
con el cual fuiste amado;
no sólo los lechos sobre los cuales
te has acostado, sino esos deseos
que brillaban por ti en los ojos
y temblaban en los labios,
y que un obstáculo fortuito
ha impedido que se cumplan…
Ahora que todo eso pertenece al pasado,
casi parece que te has abandonado a ellos…
Cuerpo, recuerda esos deseos
que por ti brillaban en los ojos
y temblaban en los labios.
Un candil
En una pequeña estancia
completamente vacía
con los cuatro muros
tapizados de telas verdes
un bello candil se incendia,
y una pasión, un deseo lujurioso
arde en cada llama.
Los fuegos del candil
inundan la pequeña estancia
de una claridad que no se parece en nada
a las luces habituales.
Y la voluptuosidad de su calor
no está hecha para cuerpos pusilánimes.
Fuente: Centro Editor de América Latina, Los grandes poetas, 1988 vía Fb Liliana García Carril
Traducción: Juan Carvajal
(Fuente: El poeta ocasional)
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