jueves, 4 de marzo de 2021

Alane Rollings (Savannah, Georgia, EE.UU., 1950)

 

 

EL AMOR RESERVADO PARA ECLIPSES Y EL PASO DE COMETAS
 

Comenzamos antes del comienzo:
todo menos nuestra existencia puede ser explicado.
Tenemos nuestros días, desiguales como los de Saturno,
y de ellos inventamos nuestros años de extensión incierta.
De todos los milagros posibles, preferimos los espectáculos arriba y
[abajo

cuyo propósito parece ser la diversión de los planetas.
Tenemos unos cuantos recuerdos para justificar nuestro futuro
tanto como los milagros que esperamos para justificar nuestro
[pasado:
la pausa en la luna llena, el momento antes de un abrazo
o después de un parto, representativos de nuestra estancia sencilla,
[ansiosa, en la tierra.
¿No es el cielo un poco accidental?

Calculo mis cucharadas de sodio y azufre,
lista para duplicar las grandes soluciones de la historia de la ciencia.
¿Es esto medicina? No ha curado un alma.
Es suficiente para hacerte pensar que las estrellas
no van a ninguna parte. Danos algo humano.
Una maquinación de deseos que podemos llamar <<el deseo>>,
que exige que te olvides de establecer condiciones, que te acerques
con ternura, que acaricies transparentemente, que te des cuenta
de cuánto hay que aprender del cuerpo para conseguir un sentido
[de la existencia.
Tan sencillo, este sentido.
El primer pensamiento que cruzó por la mente de Dios.
Tan humano él.

Estoy pidiendo la luna o su equivalente:
una constelación en forma de corazón o un ocaso que ni el cielo
[puede aguantar.
¿Recuerdas cómo el Istmo de Panamá surgió del océano
para presenciar la evolución de marsupiales?
Siguió todo lo demás: la crianza de peces de oro en China,
los descubrimientos de fuegos artificiales, del hipnotismo,
unos pocos medicamentos auténticos
que lograron atravesar océanos en el pico de un pájaro:
forsythia para hacer sensible el cuerpo;
syringa para fortalecer los miembros;
belladona para hacer los ojos más soñadores y para provocar
[sueños;
drogas que inspiran ecuaciones majestuosas
y convierten a las mujeres embarazadas en fresas.
Repite sus nombres como estrellas, lee sus ingredientes, pero
sólo para recordar que hay otros sin nombres en absoluto,
ni siquiera consistencia irracional.

Todo este tiempo, todo este tiempo,
todo este ser laborioso traído a la vida, este mundo de diferencia
y nuestras vidas transportadas a su sitio en el público
sin dinero y delirante en el paraíso.
Aquí estamos, piedras en nuestras gargantas
y extrañas semillas tranquilizadas en nuestros regazos.
¿A quién está tratando de impresionar el universo?
¿Me puedes decir, como hombre de mundo,
el universo nos hará una visita,
si no tienes secretos para él?
Ésta es la atmósfera a que despiertan los animales
después de evolucionar, tan empapada de memoria que sólo
[respirar
te hace soñar como fumador de opio.

Observa cómo la vida pasa dentro de una mujer
que quiere volcarse en ti.
Parirte para siempre.
(Insólita ocurrencia.)
 

de Transparent Landscapes, Raccoon Books, 1984
 
 
 
 
(Fuente: Emma Gunst)





 

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