Un orden cierto sostiene al mundo. Los gallos que cantan, siempre
a lo lejos. La luz que inaugura las formas cada amanecer. La
indescifrable alegría de los pájaros. La recurrente danza de las olas.
La orbitación excéntrica de los astros, su amoroso recorrido. Los
aromas misteriosos de las flores.
Por debajo, el desorden de los nombres, de los hombres; ciudades
insomnes donde los puentes son casas,
el ruido, la furia,
las flores, adornos,
el silencio, soledad.
Un gallo insiste, debo despertar, acudir al encuentro del mundo que
reclama su alba.
Cuando nos detenemos a observar y escuchar, muy atentos,
podemos percibir que enmascarado por el desorden, el orden continúa.
(Fuente: Arborecer Horizontes)
No hay comentarios:
Publicar un comentario