Soliloquio a propósito de una Rata
Cebo.
No tramperas.
El arrebatado apremio
por sobrevivir las atraería.
Cebo.
No tramperas.
Un
acaso
fallido olfato
al que, no obstante,
bien podrían resistirse
las conduciría hacia el patíbulo.
Así el arte.
Así el amor.
Así
todo aquello
que al salvarnos
nos aniquila.
Así la madriguera
de la que cada tanto salen
para saber qué hay
lejos del mito cavernoso
de sus sombras.
El engaño hay.
La sagacidad hay.
Una rueda de hámster.
Un eterno retorno.
La enfermedad, ay, y tal vez una última esperanza.
La ciencia hay.
Un laboratorio hay.
Un cubículo vidriado.
Una jeringa.
Un pinchazo.
Pero antes
la ingenuidad.
La depredación siete veces reafirmada
del gato. Pero antes
la del perro.
He aquí el ars vivendi.
Y más allá, el ars moriendi.
A la guerra sobreviven.
A los escombros.
Su conatus
es la clave. Y en la progenie hallan
un absurdo móvil para seguir.
"En la madriguera
hacinados copulamos con los nuestros
sin moral, sin remordimientos.
Nuestras crías
son hijos, son nietos, son hermanos.
Son madres, son hermanas, son abuelas
por consanguinidad",
me dijo una
mientras se relamía
en el platito.
"Sé célibe".
"Sé sola".
"Renuncia a la prolongación de ti en otro"
me contó
le dijo un gato antes
de un zarpazo
ineficaz.
Un enemigo puede por piedad
redimirnos del infatigable sinsentido
de nuestra estancia aquí
pensé
mientras
entre mis manos contemplaba
su cuerpito.
/
(El cielo desde abajo, 2022)
(Fuente: Alicia Silva Rey)
No hay comentarios:
Publicar un comentario