martes, 5 de diciembre de 2023

César Moro (Lima, Perú, 1903-1956)

 

tres poemas de "la tortuga ecuestre"













 

Visión de pianos apolillados cayendo en ruinas



El incesto representado por un señor de levita
Recibe las felicitaciones del viento caliente del incesto
Una rosa fatigada soporta un cadáver de pájaro
Pájaro de plomo dónde tienes el cesto del canto
Y las provisiones para tu cría de serpientes de reloj
Cuando acabes de estar muerto serás una brújula borracha
Un cabestro sobre el lecho esperando un caballero moribundo
 de las islas del Pacífico que navega en una tortuga
 musical divina y cretina
Serás un mausoleo a las víctimas de la peste o un equilibrio
 pasajero entre dos trenes que chocan
Mientras la plaza se llena de humo y de paja y llueve algodón
 arroz agua cebolla y vestigios de alta arqueología
Una sartén dorada con un retrato de mi madre
Un banco de césped con tres estatuas de carbón
Ocho cuartillas de papel manuscritas en alemán
Algunos días de la semana en cartón con la nariz azul
Pelos de barba de diferentes presidentes de la república
 del Perú clavándose como fechas de piedra en la
 calzada y produciendo un patriotismo violento en los
 enfermos de la vejiga
Serás un volcán minúsculo más bello que tres perros
 sedientos haciéndose reverencias y recomendaciones
 sobre la manera de hacer crecer el trigo en pianos
 fuera de uso

~

El olor y la mirada



El olor fino solitario de tus axilas
Un hacinamiento de coronas de paja y heno fresco cortado
 con dedos y asfódelos y piel fresa y galopes lejanos
 como perlas
Tu olor de cabellera bajo el agua azul con peces negros
 y estrellas de mar y estrellas de cielo bajo la nieve
 incalculable de tu mirada
Tu mirada de holoturia de ballena de pedernal de lluvia
 de diarios de suicidas húmedos los ojos de tu mirada
 de pie de madrépora
Esponja diurna a medida que el mar escupe ballenas
 enfermas y cada escalera rechaza a su viandante
 como la bestia apestada que puebla los sueños
 del viajero
Y golpes centelleantes sobre las sienes y la ola que borra
 las centellas para dejar sobre el tapiz la eterna cuestión
 de tu mirada de objeto muerto tu mirada podrida de flor

~

A vista perdida



No renunciaré jamás al lujo insolente al desenfreno suntuoso de
 pelos como fasces finísimas colgadas de cuerdas
 y de sables
Los paisajes de la saliva inmensos y con pequeños cañones
 de plumafuentes
El tornasol violento de la saliva
La palabra designando el objeto propuesto por su contrario
El árbol como una lamparilla mínima
La pérdida de las facultades y la adquisición de la demencia.
El lenguaje afásico y sus perspectivas embriagadoras
La logoclonia el tic la rabia el bostezo interminable
La estereotipia el pensamiento prolijo
El estupor
El estupor de cuentas de cristal
El estupor de vaho de cristal de ramas de coral de bronquios
 y de plumas
El estupor submarino y terso resbalando perlas de fuego
 impermeable a la risa como un plumaje de ánade
 delante de los ojos
El estupor inclinado a la izquierda flameante a la derecha
 de columnas de trapo y de humo en el centro detrás
 de una escalera vertical sobre un columpio
Bocas de dientes de azúcar y lenguas de petróleo renacientes
 y moribundas descuelgan coronas sobre senos
 opulentos bañados de miel y de racimos ácidos y
 variables de saliva
El estupor robo de estrellas gallinas limpias labradas en roca
 y tierra firme mide la tierra del largo de los ojos
El estupor joven paria de altura afortunada
El estupor mujeres dormidas sobre colchones de cáscaras
 de fruta coronadas de cadenas finas desnudas
El estupor los trenes de la víspera recogiendo los ojos
 dispersos en las praderas cuando el tren vuela y el
 silencio no puede seguir al tren que tiembla
El estupor como ganzúa derribando puertas mentales
 desvencijando la mirada de agua y la mirada que se
 pierde en lo umbrío de la madera seca Tritones
 velludos resguardan una camisa de mujer que duerme
 desnuda en el bosque y transita la pradera limitada
 por procesos mentales no bien definidos sobrellevando
 interrogatorios y respuestas de las piedras desatadas
 y feroces teniendo en cuenta el último caballo
 muerto al nacer el alba de las ropas íntimas de mi
 abuela y gruñir mi abuelo de cara a la pared
El estupor las sillas vuelan al encuentro de un tonel vacío
 cubierto de yedra pobre vecina del altillo volador
 pidiendo el encaje y el desagüe para los lirios
 de manteleta primaria mientras una mujer violenta
 se remanga las faldas y enseña la imagen de la Virgen
 acompañada de cerdos coronados con triple corona
 y moños bicolores
La medianoche se afeita el hombro izquierdo sobre el
 hombro derecho crece el pasto pestilente y rico en
 aglomeraciones de minúsculos carneros vaticinadores
 y de vitaminas pintadas de árboles de fresca
 sombrilla con caireles y rulos
Los miosotis y otros pesados geranios escupen su miseria
El grandioso crepúsculo boreal del pensamiento
 esquizofrénico
La sublime interpretación delirante de la realidad
No renunciaré jamás al lujo primordial de tus caídas
 vertiginosas oh locura de diamante 

***
 La tortuga ecuestre. San José: Artedition, 2017.
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

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