Atardecer sin ángeles
Versión: Isaías Garde
los grandes intereses del hombre: el aire y la luz,
la alegría de tener un cuerpo,
la voluptuosidad de contemplar
(Mario Rosi)
¿Por qué los serafines dispuestos como laudistas
Sobre los árboles? ¿Y por qué el poeta
Como un eterno chef d’orchestre?
El aire es el aire,
Sus destellos vacantes nos rodean por todas partes.
Sus sonidos no son sílabas angélicas
Sino nuestros espíritus informes definidos
Más nítidamente en entes más furiosos.
Y la luz
Que estimula a los serafines y es para ellos
Coiffeur de halos, fecundo joyero-
¿Fue tramado el sol para los ángeles o para los hombres?
Los hombres tristes hicieron ángeles del sol, y de
La luna hicieron su corte de fantasmas
Para que los conduzcan otra vez a los ángeles, después de la muerte.
Que quede claro: somos hombres del sol
Y hombres del día y nunca de la noche afilada,
Hombres que repiten los sonidos más antiguos del aire
En un acorde de repeticiones. No obstante,
Si nos repetimos, es porque el viento
Que nos circunda habla siempre con nuestro discurso.
La luz, también, nos incrusta y hace visibles
Los movimientos de la mente y les da forma
A las más caprichosas vanidades, como el anhelo de un día
Consumado en el inmenso resplandor del Este,
Anhelo de descanso, en esa bajamar
De lo oscuro cuya misma oscuridad
Es descanso y silencio que se esparce en el sueño.
...Atardecer, cuando el compás se salta un golpe
Y después otro, uno a uno, y todo
Hacia la furia de un tono menor modulado con premura.
Lo mejor es la noche sin más. Lo mejor es la tierra sin más. Sin más, sin más,
Excepto por nuestras propias casas, amontonadas
Bajo las bóvedas y su aire de lentejuelas,
Bajo las rapsodias de fuego y fuego,
Donde la voz que está en nosotros da una respuesta cierta,
Donde la voz grandiosa se alza entre nosotros,
Mientras miramos con fijeza la redonda luna.
Evening without Angels
the great interests of man: air and light,
the joy of having a body,
the voluptuousness of looking.
(Mario Rossi)
Why seraphim like lutanists arranged
Above the trees? And why the poet as
Eternal chef d'orchestre?
Air is air,
Its vacancy glitters round us everywhere.
Its sounds are not angelic syllables
But our unfashioned spirits realized
More sharply in more furious selves.
And light
That fosters seraphim and is to them
Coiffeur of haloes, fecund jeweller--
Was the sun concoct for angels or for men?
Sad men made angels of the sun, and of
The moon they made their own attendant ghosts,
Which led them back to angels, after death.
Let this be clear that we are men of sun
And men of day and never of pointed night,
Men that repeat antiquest sounds of air
In an accord of repetitions. Yet,
If we repeat, it is because the wind
Encircling us, speaks always with our speech.
Light, too, encrusts us making visible
The motions of the mind and giving form
To moodiest nothings, as, desire for day
Accomplished in the immensely flashing East,
Desire for rest, in that descending sea
Of dark, which in its very darkening
Is rest and silence spreading into sleep.
. . . Evening, when the measure skips a beat
And then another, one by one, and all
To a seething minor swiftly modulate.
Bare night is best. Bare earth is best. Bare, bare,
Except for our own houses, huddled low
Beneath the arches and their spangled air,
Beneath the rhapsodies of fire and fire,
Where the voice that is in us makes a true response,
Where the voice that is great within us rises up,
As we stand gazing at the rounded moon.
(Fuente: Isaías Garde)
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