RITO DEL ÁSPID Y LA GATA (APOTRÓPAION)
RITO DEL ÁSPID Y LA GATA (APOTRÓPAION)
primigenia se retuerce la tripa,
ojicadavérica, nocturnal,
lengüetea bífida,
apofis,
recia contracorriente del nilo,
espléndida antítesis del sol,
magna culebra anclada en tinieblas,
que abre de par en par su deletéreo morro,
infla alada el velamen de su garganta,
abisma ponzoñosa la comba de sus colmillos,
enrosca sin principio el universo ni fin,
enrosca, aprieta sin fin,
aprieta, aspira, respira y filtra tremebundo oleaje,
subvierte los inciertos espejismos del yermo,
desencadena sobre la tierra negra las plagas de jehová:
oscuridades,
murallas de polvo,
la muerte cercana.
el día se hace noche calenturienta,
la barca solar zozobra en los alfaques del submundo.
desvelado duermo y duermo:
en sueños y entre pesadilla y pesadilla me rasuro las cejas
y avanzo devoto al encuentro de bastet,
rumbo a las borracheras de bubastis.
eres la arisca nubia
que vino circunspecta de las lejuras del desierto
a arrimársenos, a consumir
nuestros insomnios, a habitar nuestras desheredades,
a despertar cada mañana pegada a mi costilla,
sobre mi trajinada pierna sedosa compañera,
dueña arcana,
que tañes el sistro
y alejas el mal.
tus finas orejas felinas en ristre, atisbas,
casi que juguetona, la negrura infame de la inferna sierpe.
tus marfileñas garras restallan retráctiles,
avanzas gacha, silente, solapada,
esplende el sigilo de tus pupilas,
brincas, te abalanzas cometa asesino,
y de un solo zarpazo degüellas degüellas…
sí, la faena fue cruel y certera:
drena viscosa sangre, amarilla y verde,
ceden las tinieblas,
del viento cuelga agonía,
desgarradas entrañas, cueros viperinos
que secarán baladíes al sol implacable.
colorientos arreboles
tiñen ahora los cielos de egipto:
fue tuyo el capricho, fue tuya la matanza.
al arrojo matemático de tu dentellada gracias,
el universo se recompone en goznes
cual ojo de horus:
fluye otra vez en licenciosa fecundia el gran río,
y en las alturas ra navega ufano.
la poderosa gata, en tanto y como si nada,
regresa al inmensurable refugio
de su siesta,
ronroneando esa paz que dicen de los humildes.
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