TODO ES SECRETO Y OTROS DIEZ POEMAS
Todo es secreto —
la sombra de la piedra
la uña del pájaro
el ovillo
la silla
el poema.
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Aparta los adornos.
Las estatuas desnudas.
Ante sus pies solamente
un hombre y un martillo.
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Con el martillo
coge en su mano
el aire del martillo.
En el primer clavo
cuelga su chaqueta
en el segundo su boina
en el tercero
más alto
el aire.
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Me encontraréis —dijo—
cuando sea tarde.
Y no es culpa vuestra ni mía.
Siempre es tarde.
Pregunta a la mujer
que limpia lentejas
en el plato de barro.
Pregunta a la estatua
la pregunta misma siempre llega tarde.
——————
Contrabandista proxenetas comerciantes de la guerra
antenas de televisión
los sombreros en las chimeneas
hundimiento de tierra
alcantarilla rota
un niño con su armónica
atención atención
el pájaro no tiene donde posarse
una pata
se cansó en el cielo.
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Domingo lluvioso
la gripe
el viejo que estornuda
los colores mojados
las aspirinas
el guardia de tráfico muerto
los clavos en la pared—
¿Qué puede aliviar el poema
con tantos agujeros en el pecho?
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Aquel a quien envolvieron en la mortaja
en su sábana sucia
la sacudida del camión
el teléfono en la otra habitación
sonaba endiablado
los cinco futbolistas
en la acera del bar
el aprendiz de carpintero
levantando los dos dedos
en forma de V
como las tijeras de Edipo —
lejana historia entrecortada.
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Caducados billetes amarillentos
radiografías llenas de polvo
ventanillas de trenes
las voces de los amantes del deporte
entrando por los cristales de la clínica
éste con los calzones caídos
al pie del faro l—
¿cómo cabe tanta muerte —dijo—
en un lugar tan estrecho
con tantas luces?
¿No gritarás no?
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La luz bronquítica
el interrogador
la mirada helada del cabo
los vendedores de periódicos muertos
los chicos de bachillerato
el retorcijón por debajo del estómago
los palillos de dientes
lo intalterable
las excusas
los clavos.
Se detuvo en el quiosco
se probó cuatro cinco pares
de gafas de sol.
No encontró ningunas lo suficientemente oscuras.
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Cerró con llave
aseguró la puerta
puso una piedra
tapó las rendijas.
¿Por dónde entraron entonces?
¿No sería tal vez
que lo que había creído cerrar fuera
lo había encerrado dentro?
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La cárcel estaba en este lado
y en el otro lado.
En medio
las tablas los clavos la azada
la alta grúa
el espejo resquebrajado
la habitación de la echadora de cartas
más arriba aún
el pájaro armado
listo para su muerte
De papel
Prólogo de Dimitri Papagueorguiu
Versión de Coloma Chamorro, Javier Lentini y Dimitri Papagueorguiu
Editorial Lumen
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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