Crápula
He visitado los más turbios hoteles
Y he ido a la cama con hombres, con mujeres.
Con perros, con gallinas
Y hasta quizá con niños
En la ardorosa claridad, en la noche aturdida,
Soliviantado por las penas, el tiempo apresurado,
El no saber qué cosa,
El alcohol, el dinero,
Por la estéril estrella
Y por la vida, en fin, soliviantado
Por la lumbre,
Por el deseo marchito de la rosa vencida,
He penetrado en turbias, oscuras cavidades,
He cavado sin fin,
He dividido en dos las porquerizas,
He cerrado los ojos entre perdido y ciego,
He avanzado sin tacto y sin remedio
En la ciudad estercolada,
Y he salido del círculo fangoso, sin esperanza,
Más bien llevado por el cuerpo
Y contra el propio cuerpo si era necesario
Todo por obtener un respiro
Y escribir el poema.
Al Poeta infatuado
Presumes en verso los pechos de tu Musa
Que estimas de Arte Mayor.
Te admira –siempre en verso– la flexión de su cintura,
El remate torneado de sus piernas
Y la prístina miel que corre por sus muslos
Cuando dices que le haces el amor.
Piensas que al divulgarlo en tus poemas
Incrementas hasta lo insoportable
La envidia de tus críticos.
Lo que ignoras
Es que cuando te vas de gira a la provincia
A leer tus versitos,
Alguien que no hace versos
Cubre las cavidades de tu Musa
Con un gusto que no podrías imaginar.
(Fuente: Círculo de poesía)
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