CINERARIA
ábranme el corazón y recojan sus frutos los sedientos
la lluvia es para seres colonizados por el sueño:
denles de beber, líbrenlos de la infección del recuerdo.
es incómodo caminar, asir un fruto, besar una boca lejana
–esto explica el virus de la enfermedad del abandono–
El hato del tiempo en la cabellera de la piedra:
es habitual que el agua se lleve lo que calla
llanto
tan antiguo como los restos de civilizaciones herbívoras:
ese rastrojo de labios que murmuran ríos de ceniza
los huesos quemados de tu nombre.
YUKIO MISHIMA SE ARREPIENTE DE LA MUERTE
.
El espíritu del Hagakuré exige «que los hombres tengan una tez de flor de cerezo,
inclusive en la muerte»
No sabía yo que duraría
–apenas– 45 años,
ni que sería así
–vaciada en sangre–
como se iría mi vida;
ni yo ni Masakatsu Morita,
a quien tampoco
Ie advirtieron nada
–tenía 25 años–
cuando el amor que nos unía
nos empujó a practicar Seppuku.
Ahora que los dos llevamos
una tez de flor de cerezo
quién me dirá dónde resplandece
aquella imperativa belleza
ESCENA FINAL DE BROKEBACK MOUNTAIN
Tus zapatos, esos depósitos de agua triste,
no saben nada de ti –no me responden.
La camisa en la percha de tu dormitorio
es una pregunta
sin descanso,
Dice: «a dónde», «a dónde, amor»,
y su boca se vacía
en el viento helado de Brokeback Mountain;
ella, que cubrió tu bello torso, llama. Voy
y la beso, beso toda tu muerte como un hombre.
EXILIO
Es aquí donde edifico mi reino:
En la orilla de tu cuerpo,
a su sombra dormida ato caballos al sueño
y pongo el mar de la extensión que quiera;
puedo decir estoy solo, despierto,
al costado de la única verdad en la que creo
cuando oigo cantar lo leve de la sangre
y la mano tiene solo un dominio
(los brazos son agua, miel, saliva, esperma
lo que quiera la sed)
¿quién dirá devastación, caída, muerte?
¿quién, en la belleza derramados, dirá el sexo
es una trampa?
si estás a la mano como el silenciar de la piel
–el jardín de oro en el que los dos cosechamos–
Donde bebemos el agua de muerte
y las lenguas van y vienen
suben y bajan
como animales de hambre
Allá que el ruido incendie la granja de cría de
cerdos de la luna –ese niño enfermo–
y el mar eche a volar la más descabellada de sus
aves domésticas
Será un reino fugaz, quizá,
pero ¿a quién le importan las necrologías?
*
¿oyes ese rumor de llamas cuando lo que silencia llega?
no busques en el nervio de la noche:
a otros se les dio ese don y no han regresado
(Fuente: El hombre aproximativo)
(Fuente: El hombre aproximativo)
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