Canción nocturna de la cuenca de Los Ángeles
Ulular
del búho
polvareda de polen,
una espiral de luz traza escritura
anudando corredores de luz,
caligrafía de automóviles.
La cuenca y las laderas de los cerros de Los Ángeles
son un damero de calles. Lazos florales
de los accesos y enlaces de la autopista.
Dragones de luz en la oscuridad
surcan en ambas direcciones
el vientre de la ciudad nocturna.
El tránsito de la luz de un confín a otro y vuelta
—conductores, todos camino de alguna parte—
graban sus signos en la mente-ojo de la noche
caligrafía de automóviles.
Sendas del topillo. Rastro hollado del ratón
entre la hierba de la pradera;
túneles sinuosos de la ardilla de tierra,
mirador de rocas de la marmota.
Las casas con verdes jardines regados
eluden al fantasma del seco chaparral.
Santuario
fantasma para el río de Los Ángeles.
El jinja que nunca estuvo allí
está allí.
Donde el río se desborda
es lugar para el momento
del temblor, la reunión y el encuentro,
y así aplauden los lagartos,
sólo los lagartos
vienen a rezar, diciendo:
"por favor, danos salud y larga vida”.
Un halcón,
un ratón.
Destello de caligrafía de autopistas y coches.
En las charcas del río canalizado
la diosa con largo vestido de lluvia
avienta un puñado de comida.
Vientres dorados revolviéndose
bocanadas de burbujas, un ávido comer,
aparecen los comunes, los raros
de vivos colores, se revuelven y agitan,
pasan diosecillos en Rolls Royces,
mirada fija en los palacios de la Bolsa,
ascendidos en hoteles,
presentados a, bandejas
de aperitivos y vinos,
migajas de fama,
turbia resaca
la comida acabada el agua amaina.
Un ratón,
un halcón.
La caligrafía de luces en las autopistas
nocturnas de Los Ángeles,
será recordada mucho tiempo.
Ulular
del búho;
luna tardía.
del búho
polvareda de polen,
una espiral de luz traza escritura
anudando corredores de luz,
caligrafía de automóviles.
La cuenca y las laderas de los cerros de Los Ángeles
son un damero de calles. Lazos florales
de los accesos y enlaces de la autopista.
Dragones de luz en la oscuridad
surcan en ambas direcciones
el vientre de la ciudad nocturna.
El tránsito de la luz de un confín a otro y vuelta
—conductores, todos camino de alguna parte—
graban sus signos en la mente-ojo de la noche
caligrafía de automóviles.
Sendas del topillo. Rastro hollado del ratón
entre la hierba de la pradera;
túneles sinuosos de la ardilla de tierra,
mirador de rocas de la marmota.
Las casas con verdes jardines regados
eluden al fantasma del seco chaparral.
Santuario
fantasma para el río de Los Ángeles.
El jinja que nunca estuvo allí
está allí.
Donde el río se desborda
es lugar para el momento
del temblor, la reunión y el encuentro,
y así aplauden los lagartos,
sólo los lagartos
vienen a rezar, diciendo:
"por favor, danos salud y larga vida”.
Un halcón,
un ratón.
Destello de caligrafía de autopistas y coches.
En las charcas del río canalizado
la diosa con largo vestido de lluvia
avienta un puñado de comida.
Vientres dorados revolviéndose
bocanadas de burbujas, un ávido comer,
aparecen los comunes, los raros
de vivos colores, se revuelven y agitan,
pasan diosecillos en Rolls Royces,
mirada fija en los palacios de la Bolsa,
ascendidos en hoteles,
presentados a, bandejas
de aperitivos y vinos,
migajas de fama,
turbia resaca
la comida acabada el agua amaina.
Un ratón,
un halcón.
La caligrafía de luces en las autopistas
nocturnas de Los Ángeles,
será recordada mucho tiempo.
Ulular
del búho;
luna tardía.
Gary Snyder en Cuatro poemas para Robin, incluidos en The dharma beats (Varasek Ediciones, Madrid,2017, trad. de Marcos Canteli).
(Fuente: Asamblea de palabras)
No hay comentarios:
Publicar un comentario