No entres suavemente en esa amable noche
No entres suavemente en esa amable noche,
La vejez debería arder y desvariar al acabarse día;
Rabia, rabia contra la luz que agoniza.
Aún cuando los sabios en su final reconozcan que la oscuridad es justa,
Porque sus palabras no atraparon relámpagos, ellos
No entran suavemente en esa amable noche.
Los buenos, que a último momento lloran por el brillo
Con que sus frágiles obras pudieron haber bailado en una verde bahía,
Rabian, rabian contra la luz que agoniza.
Los rebeldes, que atraparon y cantaron al sol en su vuelo,
Y aprenden muy tarde que llenaron de tristeza su camino,
No entran suavemente en esa amable noche.
Los severos, cercanos a la muerte, que ven con visión cegadora
Que los ojos ciegos podrían arder como meteoros y estar contentos,
Rabian, rabian contra la luz que agoniza.
Y tú, mi padre, allá en la altura triste,
Maldíceme ahora, bendíceme con lágrimas feroces, te suplico.
No entres suavemente en esa amable noche.
Rabia, rabia contra la luz que agoniza.
Versión Isaías Garde
(Fuente: Altazor, Revista Lit.)
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