lunes, 27 de enero de 2020
Jorge Meretta (Uruguay, 1940 )
El tiempo…
el tiempo
se deviene en su reloj de polvo
agujas enloquecidas que no atinan
al número
igual
que esa muchacha que ha dejado su sombra
tendida
sobre la tierra para arropar al mundo
deletrea
en un charco de pájaros
sílabas de lluvia
y es
la suerte de un cuerpo repartido en gotas
que nadie junta
un pájaro…
un pájaro
en una rama abre cierra su pico
se esculpe en sucesivos golpes de pluma
y no le alcanzan
tiembla
en el apocalipsis de sus alas
y lo sigue intentando hasta que duerme
Praxis
1
Para Miguel Ángel, maestro, era sencillo:
detenerse al llegar a la piel
desamordazando un cuerpo del mármol.
En eso estoy contigo a oscuras.
2
Pero
cuando un beso se enlabia
no hay cuerpo
que resista su desnudo
ni desnudo
que a piel pueda llegar a cuerpo.
La sangre umbría.
El pulso fábula.
3
Nada se dice.
Nada se responde.
Te estoy mirando desnuda
(perdón el parpadeo)
esperando de tu cuerpo esa palabra
a la intemperie
con que golpear el ojo del silencio
que nunca pestañea.
Pero cuando mira, pesa, es mármol.
La hora exacta
No conozco otra espalda más deseada
que la de mi vecina
donde tiembla una larga trenza negra.
Todas las mañanas
sube por Juan Carlos Gómez a las 7
a trabajar
y aunque la iglesia aturde a campanadas
en el reloj
que cuelga de su espalda es
siempre las 6 en punto.
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