Madrigal a su prima doña Ana de Castro Egas
Anarda, con tu aliento
el consagrado coro de las nueve,
en sonoro concento
por tu decoro, por tu honor se mueve.
Hoy triunfa Manzanares,
hoy por ti le veneran
el Tajo, el Tormes, el Genil y Henares.
Hoy cuantos beneméritos esperan
los laureles de Apolo,
en postrado, aunque honroso rendimiento,
el suyo no, tu plectro invocan solo.
Hoy la más digna, la que osada intenta,
generosa ambición, silla en tu coro,
que, preferida, el número engrandeces,
de emulación exenta
opuesta a tu decoro
bien tu valor en su ignominia creces
décimo, a su pesar, tu nombre cuenta.
¿Qué deidad, pues, qué culto no mereces?
¡Vive! ¡Oh, Musa gallarda!
tu propia Eternidad, divina Anarda.
Clara María de Castro, incluido en Las primeras poetisas en lengua castellana (Ediciones Siruela, Madrid, 2016, ed. de Clara Janés).
(Fuente: Asamblea de palabras)
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