UN POEMA DE LA LLAVE DE NIEBLA
L E G I Ó N D E P A L O M A S
De qué hospital regresan,
de qué campo de cristal,
de qué nevada llanura
enfangada ahora en el asfalto.
Un puñado de pan para sus buches,
un puñado de sal en sus heridas.
Han regresado, han ido regresando,
han venido a regresar
como llega un remoto recuerdo,
como llega una vieja memoria sin palabras,
como si cayera del paladar hasta la lengua
una antigua lágrima,
una paloma que regresa del luto,
una paloma que viene de la guerra
y que ahora no sabe
si volar, si andar, si caer,
si anudar sus alas a las velas
o a la marea de parabrisas mansos que atraviesa la ciudad.
De qué hospital de la memoria han regresado:
se mueven entre los edificios
como un banco de peces en la bruma,
atraviesan el humo
guiadas por la memoria de la obstinación,
circulan entre arrecifes de antenas, cables, chimeneas, cornisas,
toldos, no lo sé.
Golpean con su pecho gris contra el asfalto,
regresan del mar de la memoria, no existen, tan sólo regresan,
regresan,
vienen a regresar,
vienen con un aroma blanco de olvido
blanco ya no existo,
blanco una vez fue lejos, verde nunca
ahora contra el cielo.
Espuma de sal en sus heridas,
vendas de pan para sus buches.
Vienen, regresan, han regresado,
han tomado la ciudad.
Traen una venda de nieve entre sus alas,
traen un mensaje de guerra entre la sal,
traen un naufragio gris arado en sus muñones.
En La llave de niebla
Calambur
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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