domingo, 19 de abril de 2020

Francisco Layna Ranz (España, 1958)


LICK MY LEGS, YEARS LATER









No se despide porque es de familia con ideas tajantes.
Corta con el alacrán de la voz lo que suene a vituperio
y cursilerías. No te equivoques, me dice.
Salió y no regresó de aquella casa de volumen consabido.
Una luz sin mayores necesidades se desmayaba
en el orden del tiempo.
¿Todo el mundo entiende qué significa una foto del delirio?
De joven yo acariciaba la temperatura. De joven, la saliva
convertía en pulpa de bajamar mis dedos. Debo decir
que era cuestión de confianza cualquier disidencia
en la boca.
Fumaba despacio porque le gustaban los martes y
los miércoles. Luego lloraba el resto de la semana y reía
con las piernas en búsqueda del cielo.
Me pedía los ojos cerrados para soplar en ellos. Soplaba
con toda la ciudad encendida en azul y en alcohol
cercano al azul.
Tiempo después decidió llamarme línea recta. Se abrió la
camisa, y me llamó amor, exceso y eucaristía sin dios.
Los gatos del vecindario maullaron de placer.

¿Todo el mundo entiende qué significa lleno de azul?
Los años se arracimaron, su terciopelo podrido. Como
consecuencia conocí a Gerardo Deniz, me hice
entomólogo y aficionado a los olivos.
Todo esto de acuerdo a un temperamento y a una aleación
de necesidades.
El pentagrama explotó por los aires cuando llegaron los
nueves planetas, las mareas.
La noche, de nuevo, recuperó su olor perdido.
Escribo ahora bien despacio y digo que 17 años después
me puse el disfraz del instinto y del pronombre
inalcanzable. Un intento, en definitiva, de que pecho y
espalda siguieran siendo superficies distintas.
En el avión de regreso a casa recordé que PJ Harvey pedía
que lamieras sus piernas.

Vestida para fracasar, PJ Harvey entregó su ombligo.

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