XX
Fue como el esfumado
de Leonardo
bastó un poco de
sombra
así surgió la
vida.
La perfección
finalmente no vino
de la reproducción
del máximo detalle
sino de ese dejar
caer
algo en lo obscuro
algo que en la
atracción de su caída
donara la abertura a
lo que el ojo
quiera decida ver
allí.
.
Leonardo descubrió
–entre otras cosas-
la magnética fuerza
de aquella
invitación
mas fértil y
perfecta
que un detalle del
rictus, concretud.
Lo indiscernible fue
un líquido
amniótico
ese espacio que vela
lo que pueda surgir
de su
frescura
el latente descanso
de imagen prometida.
Lo anterior, –me
parece o mejor dicho,
confío- refuerza la
teoría de la no voluntad
una vez llegado al
punto
la náusea del
esfuerzo
resta solo alejarse
confiar en lo que
ocurra.
Fue Leonardo
esfumado
como el máximo
objeto de su amor
renuncia del que
todo había buscado
bosquejado, pulido.
Su camino al
absurdo:
mientras más claro
está
no ve más ni mejor
lo que la imagen
quiere
no es pulso de la
línea, o la composición,
sino el preciso
avance de la sombra
llamado a lo que el
resto
es apenas un cuadro
una apuesta a ese
punto
que exige creación.
De: El proceso de
fotografiar (Viajera Editorial, 2014)
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