RÉQUIEM PARA UN MALANDRA
En esa asfixia bélica de noches despiernadas
en el gran partenón de tu garganta
donde un juglar de tedio se desangra
azules taquicardias y un malandra en glaciares de metralla.
Malandra agujereado, por todo tu esternón
tantas banderas, por todo tu perrazo,
por todo plenilunio en pleno alcohol eternizado.
Epopeya de vírgenes curtidas
y corales de orines constelados.
Por todo te despeinas, potro tú.
Potro que se desnuda hasta el espanto.
Desnudo, nauseanauta que tiras a la ferias
ese gallo averiado de tu sexo
y caminas la niebla como un ciego,
el vientre vocinglero de su amante.
La noche ya te larga los suicidas
y sus dientes la flora del insomnio.
Tu desnudo, la noche contemplando,
las vírgenes que cuelgan sus enaguas de cactus
y apagan en la lámpara sus corpiños
que fueron azules de pirañas.
Barrenan por tu sangre tranvías y venados
y bodegas, tenores con diafragma de estaño.
Y desnudo caminas, y desnudo pareces
la épica siempre viva de los desesperados.
Así, desnudo y recto, así, con la aterida
garrapata del asco, con los mil labios
del desenterrado yo te escupo la muerte y ya no grites.
Quiero verte sangrar tu noche larga,
quiero verte sangrar para gritarte,
hay un acorazado que aun titila
entre tus ingles bárbaras.
(*) Hija de Astor Piazzolla
(Fuente: Daniel Freidemberg)
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