AHORA SALGO
.
Me senté en la ventana
bebiendo mi café mientras el país se sacudía.
Ensayé algunas meditaciones
Y bien, aquello era demasiado
aún para un canalla como yo.
Quiere decir que de pronto entendí
que en esa sacudida no había nada de teatro,
y que todo iba a reventar en serio.
En la calle las caras se habían endurecido;
en los puños levantados se insinuaba
un conocimiento decisivo;
sonaron los primeros disparos
y entonces salí, me instalé en la historia.
Y era una lástima, de todos modos,
porque hubiera tenido filosofía para rato.
En La poesía del 50. Centro Editor de América Latina.
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