El corazón
es un pepino
o bien
el multifácetico
espongiforme
que trina
en la risa
y las abejas del aire.
El corazón
convoca
llantos de nacidos,
sangre de puérperas,
fiebres y camas,
sustos y balas,
quitasoles de febrero,
lloriqueos amantes,
poetas de acacias,
quien escribe
y quien se mete
en los marjales
y alambres,
digamos:
boludeces
y rumor
de ríos lunares.
No hay en él
nada de eso,
cuadrante,
turbio,
frenético
que da
pasos marciales,
irascible o calmo,
cagado en las patas,
pendiente
y consciente
por el tiempo
que se acorta,
que se
- Inédito-
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