Caligrafía de la sombra
La vida y sus fracturas
Porque en las palabras de estos días
no está la vida sino sus fracturas
no el amor sino el vacío
no la muerte sino la nada
no el canto sino el gato tuerto y el pájaro sin pico
porque nadie logra inventar un lenguaje
que alcance a bendecir lo que somos
en este mundo roto.
Quiero encontrar una palabra sin heridas
donde no esté el dolor
ni la miseria que carcome
y la falta que habla por nosotros.
Una palabra como una hoja larguísima
que avance sobre la página
y deje oír el silencio de las hojas cuando dibujan el otoño
con el sol escondido
detrás de la neblina.
Música extraña
Cada palabra a imagen de otra luz.
Olga Orozco
Ahí está mi casa
y mis libros
el gato y el perro
el jardín
el tiempo en la mirada del reloj
la lámpara encendida y el sombrío del patio
la ventana
y la felicidad de la belleza con sus lágrimas.
Mi gente
mi gente con su algarabía.
Un río en la memoria y los amigos
todos los días de la memoria.
El viento fresco en la mañana
y la luz en los dibujos del paisaje.
Hay agujas en las alas de las mariposas
y sombras en muchas partes.
Los sonidos resbalan en la sombra
la sombra atraviesa el rostro
entra a los ojos y los oscurece.
El viento se detiene en la neblina
y golpea a los desamparados
que miran el picoteo de la lluvia.
El viento muerde el esqueleto de los pájaros
los deja sin lengua
y yo intento aliviar el dolor de las heridas.
Dibujo colores que se detienen en la sombra
atravesada por la luz
mientras pido que los sonidos de la guerra
no
martillen
más.
Día séptimo
Y tú sol,
pon de luto la luz ya para siempre:
apaga y vámonos.
Aníbal Núñez
Son las siete de la noche del día séptimo y no llega el descanso.
De padre a hijo desconocen el rumbo
y de abuelo a nieto caminan desvelados.
Amenaza la quijada del asno con la ruta cruel de los errantes
y el olvido.
Dicen que el mundo se hizo en siete días
y nadie comprende cómo se da muerte al hermano
ni cómo la madre y el padre cayeron en desgracia
y fueron castigados por comer del fruto del bien o del mal.
Es el día séptimo y nadie quiere recordar a Juana incinerada
a Vallejo y tampoco a Gelman que supieron del calvario.
Todos ignoran qué hicieron con Federico
y buscan el lugar de su tumba y su herida.
Nadie quiere saber más de todo aquello
no sea que se escuche el silencio de las celdas
y el estropicio de los días diga que la vida es un ser atormentado
en campo de batalla.
Son las siete de la noche del día séptimo
y no descansa nadie.
Herida
El victimario lava sus manos en el agua del estanque
y ve la ruina de su propia huella.
La víctima deja la sombra de una herida en la piedra
y la imagen de su propio funeral
mientras cava la tierra.
Cicatriz
El sentenciado a muerte
recorre las huellas de los que se fueron
mira a contraluz
y lava sus manos en el estanque.
Se limpia hasta desaparecer.
Tal vez quede la sombra de sus heridas
en la cicatriz de una piedra.
Silencio en ruinas
El viento eleva ruinas y silencio.
Los relámpagos iluminan la estación
donde los desamparados arrastran sus pies.
Escribo en las paredes húmedas
y las letras se desdibujan sin llegar al punto final.
Soy hilo que trenza su quejido.
Escribo
para que encuentren la salida
al menos en mis versos.
Bitácora
De lunes a domingo los días son iguales.
La vida respira en los oficios
y el encierro confunde el canto de los pájaros.
La peste es camaleón en los sonidos de la guerra
aire crispado y zumbido de moscas
en los ojos de los niños con tierra en la boca.
Epitafios
Los pájaros lloran en silencio y un ángel se arrodilla
cierra sus párpados
para no leer los epitafios.
Caligrafía en la sombra. Medellín. Sílaba Editores. 2024. Págs. 11, 14-15, 24-25, 26, 27, 32, 43, 44.
(Fuente: La Mecánica Celeste)
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