Dos poemas con Cupido
XLIV
El diestro Cupido un día
extrajo finos colores
de frescos lirios y rosas,
de jazmines y otras flores.
Con las más delgadas plumas
usa de una y de otra tinta,
y en los ángulos de cobre
a cuatro bellezas pinta.
Por hacer pensar a todos,
en su liso centro escribe
un letrero, que pregunta:
¿Este espacio a quién se debe?
Venus, que vio la pintura,
leyó la letra ingeniosa,
puso debajo: de él cedo;
dése a Marilia fermosa.
XLVI
Cupido, tirando
del hombro la aljaba,
en campo de flores
contento jugaba.
Y el cuerpo tiernito
después, enfadado,
incauto reclina
en el verde prado.
Marilia fermosa,
que al dios conocía,
oculta acechaba
cuanto él hacía.
Mal juzga que duerme,
se llega, contenta,
las armas le hurta,
y el dios no la siente.
Los Faunos, mal vieron
las armas robadas,
dejaron la grutas
soltando risadas.
Recuerda Cupido,
y la causa viendo,
a cuantos lo insultan
responde diciendo:
-¿Teméis las saetas
en mis manos crudas?
Veréis lo que pueden
ahora en las suyas.
Marilia de Dirceo, Universidad de San Pablo y Fondo de Cultura Económica, México, 2002
Traducción de Jorge Ruedas de la Serna
Otra Iglesia Es Imposible - Academia Brasileira de Letras - Universidad Federal de Mina Gerais - Dominio Público (PDF) - Escritas - A Magia da Poesia - A Poesia do Brasil
Imagen: Tomás Antônio Gonzaga, grabado del siglo XIX Biblioteca Nacional Digital del Brasil
XLIV
O destro Cupido um dia
extraiu mimosas cores
de frescos lírios e rosas,
de jasmins e de outras flores.
Com as mais delgadas penas
usa de uma, e de outra tinta,
e nos ângulos do cobre
a quatro belezas pinta.
Por fazer pensar a todos
no seu liso centro escreve
um letreiro, que pergunta:
Este espaço a quem se deve?
Vênus, que viu a pintura,
e leu a letra engenhosa,
pôs por baixo: Eu dele cedo;
dê-se a Marília formosa.
XLVI
Cupido tirando
dos ombros a aljava
num campo de flores,
contente, brincava.
E o corpo tenrinho
depois, enfadado,
incauto reclina
na relva do prado.
Marília formosa,
que ao deus conhecia,
oculta espreitava
quanto ele fazia.
Mal julga que dorme
se chega, contente,
as armas lhe furta,
e o deus a não sente.
Os Faunos, mal viram
as armas roubadas,
saíram das grutas
soltando risadas.
Acorda Cupido,
e a causa sabendo,
a quantos o insultam
responde, dizendo:
-Temíeis as setas
nas minhas mãos cruas?
Vereis o que podem
Agora nas suas.
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)
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