viernes, 3 de junio de 2022

Marcelo Rizzi (Rosario, Santa Fé, Argentina, 1961)

 

  Lo que nos dicte el alma



 
 
 
HAREMOS, como quien dice, lo que nos dicte 
el alma, cuya voz emerge desde un helado 
antepecho. Pese a todo se elige siempre entre  
acción y amnesia, o desde ese bello glosario  
hecho para imágenes de piedra o de madera.  
Una envoltura perfecta puede ser una página  
del diario de ayer para el pájaro que hallamos  
muerto cada día en nuestra propia puerta.  
Enceguecedora suele ser la luz si se la invoca 
demasiado hasta que llega al infierno mismo 
del poema. Nadie se acerca a la esencia de las 
cosas por venir: colmadas desde siempre de 
lo que nunca habrá sido, ese vértigo vaciado 
en un solo respiro, en medio de esta danza 
loca que no cesa.



ANTES recorríamos los bordes sin urgencias,
o dormíamos boca abajo, respirando la tierra,
su inhumano perfume. A veces cada profecía 
se cumplía más allá de la palma de una mano, 
navegábamos por nuestro Níger en barcazas
de papel. El pasado nos encontraba con el torso 
desnudo, indiferentes ante la transformación 
de los cuerpos, en tres escenarios desérticos 
como los de un film. Dios, en ocasiones, nos 
daba a elegir: o esa cura definitiva que olía a 
esparto quemado, moler el grano fugaz en 
morteros convexos, o dar forma a una materia 
difusa para hacerla perfecta cada día un poco 
más. Dejaba incluso a los amantes la elección
del punto de partida, en un silencio espartano, 
con la pregunta entre los labios por los dones 
de toda oscuridad.



DE este tiempo caduco que nadie nombra 
o desmiente —fondeadero donde una barca 
se desguaza, estepa con una sola casa, 
surco con la huella inmemorial del jornalero—, 
extraeremos la piedra y la arrojaremos al mar. 
Con nuestra ropa más negra hoy saldremos 
a desandar la ciudad. Un pájaro boreal anidará 
en nuestro ojo más diestro: qué ver y qué no 
de esa primera mitad. Tarde se descubre que 
la canalla es artera: confisca y oculta en una 
sola jornada nuestra parte más sagrada, 
aquella que extraída de oscuros socavones 
convertimos en carnoso fruto, exquisito, 
duradero.
 
 
de "Del cultivo de sí como un árbol de costumbre" Barnacle 2022
 
(Fuente: El Poeta Ocasional)
 
 
De: "Del cultivo de sí como un árbol de costumbre", Barnacle, 2022
MARCELO RIZZI (1961, Rosario, Santa Fe) Estudió Historia y Filosofía en la Universidad Nacional de Rosario. Es poeta, traductor y diseñador gráfico. Ha sido traducido al inglés y al italiano. Le fueron publicados poemas en revistas de España, Inglaterra, Chile y México. Recibió el Segundo Premio del Concurso Felipe Aldana de la Editorial Municipal de Rosario, en 2007. Publicó: Del cultivo de sí como un árbol de costumbre (Barnacle, 2022), Prosa Bisiesta (a Capela ediciones, 2021),Driftwood (Barnacle, 2020), Los saberes esenciales (En Danza, 2019), El libro de los helechos (Barnacle, 2018), La destrucción (poesíaargentina.com, 2014), La isla de los perros (Alción, 2009), Casa incompleta (Editorial Municipal de Rosario, 2007), Sinopie (Melusina, 2003) y El comienzo oblicuo de todo desorden (Debolsillo, Barcelona, 2001). 
(Fuente: El Poeta Ocasional)
 



De: "Del cultivo de sí como un árbol de costumbre", Barnacle, 2022
MARCELO RIZZI (1961, Rosario, Santa Fe) Estudió Historia y Filosofía en la Universidad Nacional de Rosario. Es poeta, traductor y diseñador gráfico. Ha sido traducido al inglés y al italiano. Le fueron publicados poemas en revistas de España, Inglaterra, Chile y México. Recibió el Segundo Premio del Concurso Felipe Aldana de la Editorial Municipal de Rosario, en 2007. Publicó: Del cultivo de sí como un árbol de costumbre (Barnacle, 2022), Prosa Bisiesta (a Capela ediciones, 2021),Driftwood (Barnacle, 2020), Los saberes esenciales (En Danza, 2019), El libro de los helechos (Barnacle, 2018), La destrucción (poesíaargentina.com, 2014), La isla de los perros (Alción, 2009), Casa incompleta (Editorial Municipal de Rosario, 2007), Sinopie (Melusina, 2003) y El comienzo oblicuo de todo desorden (Debolsillo, Barcelona, 2001).

 

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