sábado, 11 de junio de 2022

Andrea Aguirre (Buenos Aires, 1980)

 

DE: EN LA INFANCIA SUICIDA DE VERÓNICA QUÉ

 

 

 

 

Día 9.425

 

 

I.

 

 

Súbitamente se produce la tragedia, como un tropezón

en  un  desierto  de agua.   Descubrí  que  no  existen  los

Reyes Magos ni la Poesía. Cualquier dolor se aloja más

allá de los sentidos. Por eso la vida es cómica, y busca-

mos las razones en los libros o en las piedras.

 

Nadie sabe por qué no lo sabemos.

 

Andar descalza, en cambio, es un paraíso que se vierte

debajo de las costras. Y así poder oler el cielo que sos-

tiene el mundo.

 

Pero hay semillas cojas en la tierra. Se vuelan mis mi-

nutos  y  m i piel  se  queda  muda,  tiritando,  queriendo

desplegarse como la lengua de un anfibio.

 

Hay una palabra que se dice sola y es la que no encuen-

tro.   Es  como   buscar  asiento  en  hora   punta.   Querer

salir  de todos y  coserme a un árbol  por el tronco. Y ver

cómo la gente pasa sin mirarme.

 

 

II.

 

 

Amar es un intento inacabable. Por eso siempre duele

tanto. El dolor es la conciencia del amor. El amor es la

conciencia de la muerte. He de contaros ciertas cosas.

 

 

(Todo ser consciente es una tumba)

 

 

El amor es la conciencia de la muerte.

 

En un instante solo

se desata la tragedia,

en medio del tedio satírico,

monótona burlesca negra

vida.

Una broma ácida

de un dios imaginado

por la tierra.

Eso es existir.

 

El odio es la conciencia de la muerte.

 

***

 

La infancia suicida de Verónica Qué


 

Ártese quien pueda

 

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)



 

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