De EL HÁBITO ELEMENTAL
1.
No sé, no sé. No más. Si dios es
poeta, matemático o
la tímida invención de un topo
que ca
vaca
va
el Círculo Perfecto entre ceramios prehispánicos. Sea,
tal vez,
la satinada ficción que heredamos en
Nácar Colunga, bloques de papel. Artificial como este
otro que retinto, ozónico, junto
a un hato de cálculos y planos cartográficos, mil
trópicos y cientos de
ecuadores.
Hoy mi mano es Neanderthal. El ambiguo
lenguaje la desborda nombrando
lo que en vano intentó recolectar. Indiferente
al dolor de mis falanges cae
sobre este suelo
que engendro al enunciar. Rota
la barroca geografía,
sin mapas,
el espacio es apenas intuición. Si hundiera la Cruz
en las cúspides del Misti, revería
al nunca sancto Cristóbal, de ahí la mar. Pero no hay fe no hay,
tampoco olas. Sólo tus ojos, Lu. Negros soles
que fulguran cuando te ovillas vulnerable y fetal.
Este es el reino del topo. Salvo mi amor, todo
es sillar, mosaico en polvo, astilla colonial.
No sé ya que hay decierto en el desierto donde
miro piso paso palpo copulo cavo defeco.
Recuerdo Madrid cual esplendente espiral, con
su adorable escoria trapicheando alrededor del Escorial. Recuerdo
Baires, lunfarda en los bandoneones de La Boca. Con su brío
de elocuencia interminable,
Oh argentinidad.
Recuerdo Miami, american dream de balsero obsecado
en shopping latequelatelatenoamerican.
Recuerdo el recuerdo legado desde
Dubrovnik, Salabue y Pietra Ligure,
como una amalgama que evanesce entre picarones de Tingo o
adobos en la vieja Yanahuara.
¿Qué de mi Villa?.
El aeropuerto, mi cuerpo espigón y
aquel boleto conjurándola al olvido. Soy su exilio, mas
también ígnea nervadura dentro de tu invertebrado Co
razón. No sé más.
El caos tiene tantos paraderos, ¿me hablaba allá el Rimak,
era el Leteo?.
Recuerdo, también un teléfono donde me responde aún
alguien que no está. Recuerdo que mi nonno
ni siquiera fue mi profesor. El perfil de mi padre temiendo
serlo en su cana juventud. Recuerdo
a mi hermano muriendo de a pocos sin atrapar la luz. Casi
alado y hermoso.
Recuerdo un balón negándome la adrenalina
de ser gol. Recuerdo haberte dicho amor amor,
de impromptu,
en un vía crucis de catorce estaciones de Internet. Recuerdo
que allá uno está y jamás es. Pero, la memoria
-como el poema-
es una bella mentira a la que amamos por su muy escaso valor.
No sé si existe dios y el recuerdo de haberlo sido por
quince minutos,
o más.
Recuerdo haber sido sólo un adjetivo
Inmigrantes
a Raúl Zurita
Ande que ande,
porteño,
aún desde su más cósmica altura
jamás atisbaremos
una sola molécula de aquel marparadiso,
atravesado
por los Canessa, los Migliaro
o los Ferrero.
¿Alucinaste
alguna vez la espuma fiera
cual níveo látigo
acontraproa del carguero. El miraje a distancia
de nuestros ancestros boceteando
con el iris el croma de otras costas
mientras rumiaban autistas
la eufonía spagnola?.
Il mare sotto mile di pensieri
que intersectaban temor con amor/ ilusión con magonne
y la incertidumbre que embarga
la raíz algebraica del primer inmigrante. Sin duda
en infancia
audición omnisensorial del quimérico enrumbar
vespuciando delfines en súbito coletazo al aire,
morar en mirar de un puerto ajeno.
Este inservible catalejo in terra nostra versa a la sombra
del sentir del puberpadre, de la niñamadre
lontano di la sua bella italia. Nosotros ni utopía en vientre.
Si fa la américa ignorando que les brotarán faunos y lemures,
años/ siglos después en la progenie.
He imaginado aquel mar hermético como esta página,
su incerteza
cual el pasmo al enrumbar por las acuosas estepas
nascotas in the poetry. Nuestro asombro
semejante aquel otro de antaño cuando emergen como
orcas
palabras
que no sólo son palabras
mientras se prosigue el viaje
a sabiendas que
en la otra margen
- vitanova -
la muerte ya no
espera.
De LIMBO PARA SOFÍA (fragmento)
tanto soñé contigo que pierdes tu realidad
Robert Desnos
1.
la palabra o su revés todo
pelado,
un sol de brujas conjurado en lo nocturno
o la ficción que enciende fuegos fatuos:
los poemas jamás hurtan su luz, en lo blanco,
su sombra,
espíritu o materia, es un astro que brilla
entre residuos de belleza
afuera, dos lágrimas arquean las espinas de un rosal
le contemplas como si fuera el tallo tu mirar,
pero yo vuelvo a mi poema
no puedo arriesgar en el silencio si sobrevivieras
en este mudo estruendo
tal vez comprenderías
no desames mis instancias - ahí concentran
las esencias -
mi poema podría ser el estallido de un látigo
en tu herida
pero también
su dolor
lo inasibles en él son tus ojos de absynto
o la reflexión que evoca
la combustión más explosiva del absurdo
el corazón
(humana capital de las dolencias)
edificado sobre la superficie de un absurdo mayor
el amor
si abdico negaría todo cuanto hay de impronunciable
y, sí, amor es una bella palabra,
la devoción del poema surge desta bella palabra
en otra margen del silencio no en el revés todo
pelado que, vil, la contradice cuando
crees hallar en el crepúsculo
algo más hermoso y perecible
de lo que nombramos
poema
2.
la permanencia de dos sombras
opuestas a la anatomía de sus cuerpos
(aún cuando neguemos al espíritu)
es la intuición de la belleza
como algo inmaterial
y al encenderlas como dos minúsculos cerillos
- raspados en un impromptu contra el suelo -
nos lleva a imaginar que las cenizas fueron
llamas en un prehistórico fuego
ese fuego bien podría ser el aura que bordea
tu menuda desnudez
debo de morder con suavidad tan apetecible sustancia
cuando florezcas en mi lecho nutrida con mi savia
o pensar
- pon la mano en el mentón y modela, muñequita -
o pensar
(decía)
en un placer que holle las superficies minerales
y que con hilos de agua talle el aire
para reconocernos
aún cuando olvidemos
nuestros nombres.
3.
decir que moro aquí omnubilado por la rabia
y la pequeñez de un amor que baila
sobre un millón de organillos
de manivelas rotas -mi lenguaje-
es lo que hace del poema una mentira hermosa,
como si aguantara el peso del paranoico celo
de tantas noviecitas infectas de ilusión
o de aquel otro de un quilate mayor:
el del moribundo que voló
solo
hacia el solo -
antes que icaro
y los wright -
y cayó
piel
abajo
sin detener lo abismal
de su
caída
su rostro amoratado podría ser metáfora
de lo vivo que golpea
contra la cárcel del poema - horóscopo giratorio
que contempla a la poesía en sus bóvedas celestes -
y permanece inmóvil
oyendo el rauco ronroneo de un gato callejero
donde los hijos de los dioses uniéronse
con las hijas de los hombres
engendrándoles los héroes
pero, ya lo intuimos, de los mitos
sólo sabe el gato
yo bostezo a duras penas
en esta villa tres veces coronada, herido
por tu belleza, como antaño,
aunque lo niegue ahora con tu doble
el inválido artificio deste poema
4.
mi poema es aquel cielo al que se ofrecen
plegarias y sahumerios
(tan insignificante como una arruga en tu pañuelo)
si crees que su cumbre está en las bóvedas celestes,
mira
abajo,
muñequita,
verás como alcanza la estatura de tu ombligo
pero, ojo, linda, jamás será remanente de un naufragio,
relente de las horas
o festín secular de larvas y gusanos
5.
a veces callo el poema, pues
la luz fatiga el tacto
queda suelto como un hilo y
no sé como anudar
la palabra y el deseo
así quedo bajo la esfera del silencio
- divina otredad de la poesía -
con quien, a ciegas, celebramos
nuestro pacto
(Fuente: Eldigoras.com)
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