[Carta a su hija Ariadna].
Cuando una mujer escribe, escribe para todas las que han callado - mil años, y callan todavía - y callarán. Son ellas las que escriben a través de ella.
A Pushkin debo mi pasión por los rebeldes, sin tener en cuenta cómo se llamen o el modo en que se vistan. Por toda empresa, siempre que esté condenada.
El poeta es un cierto orden espiritual y un cierto don verbal. Un desertor de su cielo.
La creación artística es en algunos casos una cierta atrofia de la conciencia, diré más, es una atrofia indispensable de la conciencia.
Dar es una vergüenza. El que toma, ya que toma, es obvio que no tiene. El que da, ya que da, es obvio que tiene. Se tendría que dar de rodillas, como piden los mendigos.
Cuando se despoja a la gente de su rostro, amontonándola, primero se convierte en rebaño, después - en jauría.
La pasión - es la última posibilidad para el hombre de manifestarse, igual que el cielo - es la única posibilidad de convertirse en - tempestad. El ser humano es - tempestad, la pasión - el cielo que la disuelve.
Arranquemos las rosas, crecerán otras. ¿Acaso alguna vez han traicionado las rosas? ¿Acaso alguna vez, a los amantes, les dieron muerte?
Es tiempo de ardientes arbitrariedades - de calladas peticiones. Es tiempo de hermandades sin tierra. Es tiempo de orfandades sin fronteras.
Si no quieres celos, ofensas, heridas, pérdidas, no rivalices - entrégate, disuélvete con todo lo que en ti hay de soluble y con lo que reste, crea una visión inmortal.
El mundo son unos muros. La salida - un hacha.
No puedo no marcharme, tampoco puedo no regresar.
Todo manuscrito - está indefenso. Toda yo soy un manuscrito.
Perdóname, pero seguir sería peor. Estoy muy enferma, esa ya no soy yo. Te quiero con locura. Comprende que ya no podía vivir más tiempo.
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