Sonata de otoño
Es tarde
y sé que no vendrás madre,
el niño ávido que fui
interroga a lo improbable
del recuerdo.
Te llamo como cuando era de noche
y tenía fiebre.
Es sábado
en la hora en que se detienen los
relojes,
la hora del suicida y del bendito.
Desde antiguas fotos
la vida se hace testigo del
pasado.
¿ Es que acaso lo amado nos hace
vulnerables ?
Releo cartas
imposibles de descifrar ,
con escritura minúscula y ligera.
Hechas en noches como esta,
donde no se tiene nada que perder
porque ya todo se ha perdido.
Confesiones en francés :
Taquigrafía difícil y ligera
mezcladas con latín
y citas de la biblia.
Incrustaciones de mundos tan
diversos hechas antes de la locura,
para que nadie entendiera tus
misterios.
Te veo más tarde vencida
con las uñas moradas
mientras yo era un niño
que se enfermaba por cualquier
motivo.
Es duro decirlo
pero pude volver de tus misterios
en un oráculo tardío
donde intenté interpretar tus días
y tus palabras,
que son como venas abiertas
en medio de la noche.
Hector Berenguer
(Fuente: Poesía de El Toro de Barro)
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