EL PINAR
Caminábamos por el bosque, como se camina
por una catedral. Nos internábamos
plenos de recogimiento, plenos de misterio
y hablando en voz baja.
Como a través de cincelada ojiva
la luz del alba entre el ramaje pasaba,
y con sus irisaciones las negras cepas
chapaba de oro y grana.
Encima de cada cepa, que emergía,
como columna arrogante, de la montaña
se estremecía de los pinos el verde brote,
capitel de esmeralda.
Oculto entre la espesa nervadura
del ramaje ufano, dormía un ángel,
nimbada de penumbra la áurea testa
encogidas las alas.
Y ha aparecido el sol. Las flores, abriéndose,
y los ruiseñores, cantando, han dicho hosanna;
entonces las doradas cabelleras
han sacudido los ángeles.
Y empuñando con la izquierda una viola
y con la derecha un arco mojado de rocío,
han preludiado el himno del eterno fiat,
despertador del alma.
Y creciendo con la luz, que poderosa
la tierra y el cielo enamorada abraza,
el himno del bosque solemnemente se eleva
con acentos de plegaria.
Se eleva el firmamento, y parece al fundirse
una nota, una voz, una palabra;
palabra comenzada el primer día
y no acabada aún.
© Traducción de Carlos Vitale
El texto original y más traducciones de poesía catalana en mi blog "Carrer de la Marina"
(Fuente: Carlos Vitale)
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