miércoles, 2 de diciembre de 2020

Teresa Ramos (Oviedo, España, 1961)

 

 

COMO UNA HABITACIÓN HERMÉTICAMENTE CERRADA 

 

Acudes a la cita a la hora exacta

de encender la noche,

el mundo es tu perfil.

 

Llegan furiosas olas de luna

en batallas de titanes solitarios

entre mis sábanas.

 

La amanecida viene aquietando

el viento de mi memoria febril.

Me abraza las entrañas el café.

 

En los campos de cerezos,

la fruta exultante exhibe su color.

 

Todo es promesa en las cestas

de la dulzura. Es el día asueto

del retorno al lecho insomne.

 

De lanzar de nuevo una promesa,

esta trama sería otra, mas sólo hay azogue,

cuarto menguante, silencio y palabras

de amor que escuecen en mi herida.

 

Acuden a buscarme aquellas noches

que disparan al centro de mi pecho

como una habitación herméticamente cerrada.

 

 

 

 

 

 

CIELO MUERTO    

 

                        “Nosotros somos los que golpeamos el cobre del cielo,

                           golpeamos el cielo para que excave caminos después de nosotros.”

                                                                                              Mahmud Darwish

 

Aquí se acaba la migración de los pájaros

y las tejas rotas lloran su desaparición.

¿Cómo puede alguien borrar su ruta?

 

Aquí se acaba la migración de los pájaros,

dijiste, y mis alas desprendieron partículas

de óxido.

 

Aquí se acaba la migración de los pájaros,

y mi mente surcó territorios insondables. 

 

Aquí se acaba la emigración de los pájaros

y echaste sobre tu conciencia un arsenal

de flores rotas.

 

De ti llegaba un perfume a inframundo,

un dolor de corazón sin sangre,

una estrella apagada, un cielo muerto.

 

Amputado el vuelo, un sueño de plumas

convertido en prenda abriga tu vejez.

 

 



VUELO

 

El sueño surcado por una bandada de golondrinas

encuentra el secreto de la composición del aire.

 

El pan de los pobres sigue siendo caro, las aves

ignoran su precio y vuelan regias.

 

Los días azules seguirán tan azules como siempre.

Algún día gritaré ya no te necesito, yo fui pequeña,

ya no soy joven, aspiro a ser mayor.

 

Cuando veo caer las hojas, miro desvanecerse

los años, despedazadas las ilusiones y conjuros

y con ellos la escisión y el miedo.

Jugó el tiempo los dados del amor y su pérdida.

 

Cuando llegue la hora de abandonar el insomnio,

cuando caiga en los brazos de la noche,

todo habrá tenido sentido, quedará la huella

de los poemas que nos escribimos.

 

Quedará la poesía como testigo de aquella epifanía,

tu poesía y la mía: ruta inaudita colmada de sombras,

aves y luz.

 

 


En Cierta belleza. 2020

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

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