viernes, 18 de diciembre de 2020

Javier Lostalé (Madrid, España, 1942)

 

 



El mar 

 

El mar no se explica.
Está para que lleguemos
y desnudos sintamos un frío a lo lejos,
como si estuviésemos a punto de morir o nacer.
No es hora de preguntar por nada o por nadie.
Es hora de quedarse quietos,
de anclar en el fondo de los cuerpos
y comprobar el desamparo de unos ojos casi tranquilos,
flotantes en la luz mojada.
El amor era como una grieta en el silencio abierta
que fuese lentamente destruyéndonos
un pez en su salto
poblaba el espacio de soledad.
El tiempo se hizo entonces comba de dolor
y una palabra se dirigió al pecho para rematarlo.
Sobre las rocas hombres yacían,
la memoria enterrada en algún rastro,
un viento de poniente arrastraba
ese último deseo que, como un débil destello,
agoniza en un agua indiferente.
La luz era un prolongado estertor
que en su belleza nos asumiera
y así nos condenase.
Y una noria de cuerpos
furiosamente se amaba
bajo un cielo calcinado.
El mar, el mar. Ese hondo miedo,
ese grito solo, acabado en sí mismo,
que no nos comprende.

 

 

  en “La luz de lo perdido”

 

 

(Fuente: Ada lírica)

 

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