miércoles, 21 de octubre de 2020

Katarina Frostenson (Suecia, 1953)

 

 

El olor de Genet


Hoy: el olor de Genet,
no el amarillo, creciente:
el gris, polillas
y rosas
Rosas grises, escasas
densas Un rostro lamido hasta la aspereza
estalla en canto La piedra
La canción alta
la canción sorda
sin palabras: la hermosa canción
sin-sentido: levanta piedras, por nada
cánsate
hasta el límite
Oreja de elfo, puntiaguda
saliente
coronada, como un anillo
en torno al músculo, de voces de muertos
Hojas de color lila
rígidas Todo esto
existe, por sí mismo
se extiende sin moverse
como círculos en el agua, la voz
que atraviesa de lado a lado
y continúa viendo
El olor en el pasillo, junto al corazón
el gris
el olor de la habitación
Detrás de las puertas, cerradas
risas Pequeños
niños bajos a los que han tirado del pelo corto
yacen en la hierba
Hierba calcinada, incolora
Sexos pequeños, raídos
Cuerpos fuertes
curtidos por el dolor
Todo esto existe, existe
para ser usado
y vuelto a usar
Emerge
Absolutamente inmóvil
Se extiende No
termina nunca Martillea Apalanca
Excava
De mi garganta sale riéndose
una voz me río
en el eco de mi voz
no me termino nunca —
Ponte a resonar
en mí, resuena sé
mi voz, finalmente
mi voz final
 
 
 
 

en Samtalet (1987), incluido en Poesía nórdica  (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

 

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