La pared
Había una pared de adobe
sin revestimiento donde se apoyaba mi cama.
En la madrugada, mi nariz contra la pared
aspiraba su olor profundo: tierra
traída de la encañada donde se entretejían,
como en un arabesco, raíces muertas de pasto.
A mis espaldas mi familia dormía hacinada
como una tribu acampada en un lugar ruinoso.
Entonces yo ponía mi lengua en la pared
para dejar una mancha húmeda antes de irnos.
De Banderas detrás de la niebla
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