DE VLIEGENDE HOLLANDER *
para Jan de Jager
Tomó el 60 en el Club Tigre
y se bajó en Zoetermeer, un pueblito heroico en el sur de Holanda
entumecido por la modorra de una laguna seca
No percibió ninguna diferencia con el Delta
Cuando partió era célibe
En el camino enviudó, parió tres hijos, fue acusado de brujo
y condenado a muerte
Pero otro lo reemplazó en la guillotina
Enseñó inglés, francés, alemán, italiano, latín, griego clásico a chicos sordomudos
gerenció una casa de cambio
una ruleta clandestina y un prostíbulo al fondo de una biblioteca
Así pasaron los siglos
Un día, durante la Ocupación,
arriesgó su vida para venir a verme a París con un pasaporte falso
En una fonda de la rue Clavel
compartimos un couscous y varias garrafas de la sangre de Cristo
en la amigable compañía de oficiales de la Gestapo
Daré la vuelta al mundo siete veces, dijo aquella noche
y fundaré un imperio más allá de la poesía
Para probarlo
extendió sobre la mesa con cuidado
su cartografía de naufragios y buques fantasma
Aquí, repitió, señalando una isla en la desembocadura del Éufrates,
aquí juré, de cara a la tormenta,
que no daría marcha atrás hasta haber doblado el cabo
de Buena Esperanza
(*) El holandés errante
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