Siete poemas
Fr. Luis Valle Goicochea es el cuarto, de izquierda a derecha, en la fila de a pie. Fuente: Libro Poemas franciscanos. |
A CRISTO ENCLAVADO
Brama, figura del deseo,
símbolo inefable de mis ansias...
ya nada tengo, soy el otro,
el de las soledades largas...
Llamé a las puertas de los hombres,
mendigué un poco de ternura,
fui uno, aquel esperanzado
que hace silencio de su angustia.
Mas, si la tierra y los humanos
en mi esperar nada pusieron,
Tú, Jesús Amigo, hablaste al alma;
y lo hiciste con acento nuevo.
Fue desde la cruz y en la congoja
que por el mundo padecías...
Un don de lágrimas promete
hacer mi soledad tranquila...
Tú llegarás a mi deseo,
a su tortura, como lluvia
de paz o nuevo don de lágrimas...
¡Será para no irte nunca!
De que te tengo Jesús mío,
o he de tenerte, estoy seguro...
Pueden ahora darme hieles:
y ser el dolor, aun más rudo.
Pues ya soy el otro, quien espera
en Ti tan sólo, no en el mundo...
(de Revista Ensayos, número 38, 1944)
Fr. Luis Valle Goicochea sentado al centro del grupo de franciscanos en una visita en Arequipa. Fuente: Poemas franciscanos. |
AL OÍDO DE MI SERÁFICO PADRE
Ahora soy un niño tembloroso,
el alma llena de inefables cosas
mas ni una acierto a referir, mi propia
felicidad me azora.
El niño soy en un regazo nuevo
pero entrañable, oh Padre San Francisco,
no esperaba esta dicha que me abruma,
don tan grande me agobia. Padre mío.
Me aturdo como un niño que de pronto
ve llegar mil presentes adorables:
no caben todos en sus brazos, mira
incrédulo y feliz a todas partes.
Como el niño a su padre a ti me acerco,
para contarte todos mis secretos:
un rayo de tu luz hay en mis ojos
y un soplo de tu espíritu en mis versos.
Soy ahora un rapaz con el deseo
de tal pureza que replica al cielo,
un pequeño sin sombras en el alma
que se pone a jugar con tu recuerdo;
el rapaz que traía muchas cosas
para decirte y cállase de pronto
y respirando anhelo abre fantásticos,
muy grandes, contemplándote, los ojos...
(de Tema inefable)
PROFESIÓN
Padre: tengo mi dicha en la pobreza
y un gran amor, aquel que has escondido
en este corazón inmerecido
colmándolo de paz y de belleza.
Francisco de Asís, yo te descubro
el tesoro infantil de mis secretos:
ninguna aparto, Padre, ni una encubro
de las cositas de mi reino inquieto.
En no tener tengo yo mi riqueza,
tengo mi propia desnudez vestido,
y un gran amor, aquel que has encendido
como custodio fiel de mi pobreza.
(de Tema inefable)
PLEGARIA A SAN FRANCISCO
Padre San Francisco, es bajo tu signo
que me pongo triste por el ave herida…
Santo Padre mío, no me siento digno
de los claros dones que das a mi vida.
El árbol que sufre por los leñadores,
el agua que enturbian manos de rapaces,
hacen mi tristeza, causan mis dolores…
Hago lo que hacías y haré lo que haces…
Hago lo que hacías: me doy en amores
y claras ternuras… ¡Hago lo que hacías!
Los de mis hermanos son mis sinsabores,
son las de los otros, mis tristezas pías.
Y todo en tu nombre, dulce y pensativo,
La flor que dimana perfumes de Cristo:
En tu nombre sueño y en tu nombre vivo,
¡tú lo sabes, Padre, porque tú lo has visto!
Padre, haré lo que haces en tus hijos santos
que cuidan temblando tu blanca memoria,
dando su esperanza, curando quebrantos
y haciendo la gloria de Cristo tu gloria.
Padre, haré lo que haces en tus hijos fieles
que al seguro alero ceñidos del templo,
silenciosamente prodigan sus mieles
al secreto impulso de tu bello ejemplo...
Silencio adormido
en la tarde cándida.
Urde la dulzura
una paz tan casta,
sencillez tan pura
la tarde devana,
que yo me sonrojo
si miro a mis ansias.
(Crisoles de fuego,
crepitantes llamas,
Ángel de Isaías,
quemad mis palabras.
Devolvedlas luego
ya purificadas...)
Abrasa mis labios,
Caridad hermana,
tu rojo delirio
prende en mis entrañas,
en amor de Dios
incéndiame el alma.
La tarde apacible, apacible,
frágil la distancia,
luz por todas partes
y el cielo sin mancha.
La fuente cantando
y en la fuente el agua,
temblando de gozo
oigo que me llama.
Me acerco, me miro
en su linfa clara,
y el rubor de nuevo
vuelve y me anonada.
y claras ternuras… ¡Hago lo que hacías!
Los de mis hermanos son mis sinsabores,
son las de los otros, mis tristezas pías.
Y todo en tu nombre, dulce y pensativo,
La flor que dimana perfumes de Cristo:
En tu nombre sueño y en tu nombre vivo,
¡tú lo sabes, Padre, porque tú lo has visto!
Padre, haré lo que haces en tus hijos santos
que cuidan temblando tu blanca memoria,
dando su esperanza, curando quebrantos
y haciendo la gloria de Cristo tu gloria.
Padre, haré lo que haces en tus hijos fieles
que al seguro alero ceñidos del templo,
silenciosamente prodigan sus mieles
al secreto impulso de tu bello ejemplo...
(de Tema inefable)
Silencio adormido
en la tarde cándida.
Urde la dulzura
una paz tan casta,
sencillez tan pura
la tarde devana,
que yo me sonrojo
si miro a mis ansias.
(Crisoles de fuego,
crepitantes llamas,
Ángel de Isaías,
quemad mis palabras.
Devolvedlas luego
ya purificadas...)
Abrasa mis labios,
Caridad hermana,
tu rojo delirio
prende en mis entrañas,
en amor de Dios
incéndiame el alma.
La tarde apacible, apacible,
frágil la distancia,
luz por todas partes
y el cielo sin mancha.
La fuente cantando
y en la fuente el agua,
temblando de gozo
oigo que me llama.
Me acerco, me miro
en su linfa clara,
y el rubor de nuevo
vuelve y me anonada.
(de Tema inefable)
SATIS
Basta que el Señor me mire
y que mi lengua te alabe;
viéndole al cantor expire
en sus loanzas acabe.
Otra dicha no comprende
el alma siempre suspensa:
otra palabra no entiende,
cosa diversa no piensa.
Otra cosa que no sea
aunque mínima, loor...
recreo que la recrea
y recrea a su Señor.
Y mi esperanza está en Él
que es sosiego y fortaleza,
dora mis versos su miel
y yo canto su belleza.
(de Tema inefable)
RESIGNACIÓN
Dame el sufrir, si ya llegó la hora:
Me doblego a las pruebas que me envías.
¡Contempla con mirada bienhechora,
Señor, la tala de mis alegrías!
De mi panal tomad todas las mieles:
Nada me importa si Su amor me mira.
Unten mi boca merecidas hieles,
nada me importa si Su amor me inspira.
Brioso torcedor, dolor avieso,
Nada me importan, ni menguada pena.
¡que en el amor de Dios yo voy ileso
como la abeja fiel en su colmena
(de Tema inefable)
Luis Valle Goicochea. Rinono y Papagil. Lima: Ed. Colmillo Blanco, 1989. |
Luis Valle Goicochea
(La Soledad, Parcoy 1910 – Barrios Altos, Lima 1953). Poeta, escritor
de literatura infantil, narrador y periodista. Estudió en el Seminario
de San Carlos y San Marcelo en Trujillo. En 1929, abandona los estudios.
De esta época son sus columnas periodísticas conocidas como "Hilvanes"
para el periódico La Industria. Poco tiempo después, se traslada a Lima y
publica, con la ayuda de Enrique Bustamante Ballivián, su primer
poemario Las canciones de Rinono y Papagil. En ese mismo tiempo,
frecuenta El Círculo del duende, que es integrado por José María Eguren,
entre otros personajes. En 1934, sigue estudios de Letras en la
Universidad Católica. Al parecer por estas fechas empiezan sus problemas
con el alcohol a la par que continúan sus colaboraciones periodísticas
en diferentes medios escritos. Entre 1943 y 1945, el poeta fue fraile
franciscano: "Ingresó como novicio en el Convento de San Francisco de
Lima en 1943 para luego trasladarse hacia el Convento de San Antonio del
Cusco, más conocido como La Recoleta, donde Valle cursó estudios de
Filosofía y Teología en el llamado Coristado franciscano. Academia
Scoto" (Poemas franciscanos de Fr. Luis Valle Goicochea OFM (2011),
investigación realizada por Fr. Abel Pacheco Sánchez OFM (director del
Archivo San Francisco de Lima) y el periodista Lic. Nivardo Vasni
Córdova Salinas, 9). Entonces, tenemos que esta etapa de su vida es un
retorno al camino espiritual, donde escribe obras poéticas como Tema
inefable, Jacobina Sietesolios (1946), que se basa en la etapa final de
la vida de San Francisco de Asís y poemas publicados en revistas
franciscanas como Ensayos. En 1945, el poeta se instala en Arequipa y
también prosiguen sus artículos periodísticos con el diario El deber,
que dirige un fraile mercedario. Regresa a Lima en 1948, donde trabaja
en la Biblioteca de Letras de San Marcos, colabora en El Comercio. En
1950, aquejado por una débil salud producto del alcoholismo pasa sus
días en el hospital Hermilio Valdizán. A sugerencia del psiquiatra
Humberto Rotondo, el poeta escribirá para paliar sus crisis, son las
cartas dirigidas a Esther M. Allison y que son conocidas como "Diario de
Hospital". Se trata de su lucha contra el demonio del alcoholismo. En
la mañana del 13 de agosto de 1953, el poeta es encontrado moribundo,
debajo de una banca, en la plaza Italia de Barrios Altos. Tal vez había
sido arrollado por un automóvil. Fue conducido a la morgue.
Poemarios:
- Las canciones de Rinono y Papagil. Lima 1932. Compañía de Impresiones y Publicidad.
- El sábado y la casa. Lima 1934. Compañía de Impresiones y Publicidad.
- La elegía tremenda y otros poemas. Lima 1936. Compañía de Impresiones y Publicidad.
-Parva. Trujillo 1938. Imprenta Blondet.
-Paz en la tierra. Lima 1939. Compañía de Impresiones y Publicidad.
-Miss Lucy King y su poema. Lima 1940. Compañía de Impresiones y Publicidad.
-Jacobina Sietesolios (Últimos momentos de San Francisco de Asís). Cuadro dramático en verso. Arequipa 1946.
-
Obra poética. Lima, 1974. INC. Suma a las anteriores publicaciones:
Sal, 1939. Amor acecha, 1939. Marianita Coronel, 1943. Tema inefable:
Cusco-Arequipa, 1945 y Poemas sueltos.
- Al oído de este niño. Lima: Los Reyes Rojos, 1984.
-
Rinono y Papagil. Lima, 1989. Colmillo Blanco. Recoge: Las canciones de
Rinono y Papagil, El sábado y la casa, Al oído de este niño (1943-1944,
según Jorge Eslava en la ed. del INC se le tituló como Marianita
Coronel. Versos para niños) y El naranjito de Quito (prosa, 1939).
- La pared torcida. Poesía completa. Ed. Jorge Eslava. Lima: Universidad Alas Peruanas 2005.
- Poemas franciscanos de Fr. Luis Valle Goicochea OFM.
Ed. de Fr. Abel Pacheco Sánchez OFM y Nivardo Vasni Córdova Salinas.
Lima, Rimactampu-Ed. Urgentes, 2011. Recoge los poemas publicados en
revistas franciscanas y una reedición de Jacobina Sietesolios y una
antología de Tema inefable.
Otros libros:
- Los zapatos de Cordobán. Escritos en prosa (1928-1949). Ed. de Luis Valle Cisneros y Chrystian Zegarra. San Marcos. Lima, 2012.
- Hilvanes: Poemas y Crónicas (1926-1952). Ed. de Chrystian Zegarra. Hipocampo Editores. Lima, 2012.
(Fuente: Sol Negro)
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