EL DIRECTOR
Con profesionalismo, ignoró que todos los músicos de cuerdas tenían un colibrí picoteándole la cabeza.
Mas no preguntó.
Con filarmónico movimiento quebradizo y a la vez ondulante condujo a la orquesta.
Había una ardilla en la falda de la tecladista.
Al flautista un ramito de hojas verdes le asomaba de la barba.
Clarinete y oboes expulsaban margaritas sin que nadie lo notara.
Dirigir, guiar el fraseo y la dinámica con un mosquito en la nariz y un castor que le subía entre pierna y pantalón.
La interpretación, perfecta para el auditorio, transcurrió entre mariposas, abejas, dátiles y ciruelas.
Batuta, manos, misterio, asombro, mordida y aplausos.
Sin prisa sin pausa
Chivilcoy, Buenos Aires, Argentina
No hay comentarios:
Publicar un comentario