LLUEVE
Llueve en los pañuelos (es torrencial)
una lluvia de sangre que decanta en túneles
de terribles dolores;
Llueve la justicia lentamente
y como si cayera plomo desde el cielo
se entierra y tarda
en encontrar su sitio.
Hay una lluvia ficticia por estos días
que nos riega los almácigos del miedo
la sombra de las armas,
el poder sin pueblo.
Llueve la alegría del que compra
tan impenetrable para algunos
como el hambre
para otros.
Llueve la monotonía de los días
que lleva todo el agua
hasta unas fuentes
por donde la gente pasa
a pedir deseos.
Llueven en la garganta los versos,
llueve
hasta que algún sol
nos venga a buscar.
M. Córdoba
(Premio Leopoldo Marechal 2016)
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