cuatro poemas
Halcón posado
Estoy en la cima del bosque, cerrados los ojos.
Inacción, ningún sueño falsario
Entre mi corva cabeza y corvas patas;
O dormido ensayo capturas perfectas y como.
¡Que convenientes los árboles altos!
La elasticidad del aire y el rayo del sol.
Me son ventajosos;
Y el rostro de la tierra alzado a mi inspección.
Mis patas están fijas en la áspera corteza.
Se requirió toda la Creación.
Para producir mi pata, cada pluma mía:
Ahora sostengo la Creación en mi pata.
O me remonto, y le doy vueltas despacio –
Mato donde me place porque todo es mío.
No hay sofistería en mi cuerpo;
Mis modales son arrancar cabezas –
La asignación de la muerte.
Pues la sola ruta de mi vuelo es directa.
Y atraviesa los huesos de los vivos.
Ningún argumento postula mi derecho:
El sol esta atrás de mi.
Nada ha cambiado desde que empecé.
Mi ojo no ha permitido ningún cambio.
Voy a mantener las cosas de este modo.
~
La vida trata de ser vida
La muerte también trata de ser vida.
La muerte está en el esperma como el marino
ancestral
Con su horrible relato.
La muerte maúlla entre las mantas – ¿es un gatito?
Juega con muñecos pero no puede interesarse.
Contempla la luz de la ventana y no puede
discernirla.
Usa ropa de bebé y es paciente.
Aprende a hablar, mirando las bocas de los otros.
Ríe y grita y se escucha pasmada
Contempla los rostros de la gente
Y ve la piel como una luna extraña, y contempla la
hierba
En su posición igual que ayer.
Y contempla sus dedos y oye: "¡Miren a ese niño!"
La muerte es un expósito
Atormentado por cadenas de margaritas y campanas
de domingo.
La arrastran de aquí a allá, como muñeca rota,
Niñas que juegan a las madres y a los funerales.
La muerte sólo quiere ser vida. No acaba de poder.
Llorando está llorando por ser vida
Como por una madre a la que no recuerda.
Muerte y Muerte y Muerte, susurra
Con ojos cerrados, tratando de sentir vida
Como el grito en la alegría
Como el brillo en el relámpago
Que vacía el roble solitario.
Y esa es la muerte
En las astas del alce irlandés. Es la muerte
En la aguja de hueso de la cavernícola. Y todavía no
es muerte –
O en el colmillo del tiburón que es un monumento
De su lamentación
En un litoral de la vida.
~
Discurso desde la sombra
No tus ojos, sino lo que disfrazan
No tu piel, justo con esa textura y luz
Sino aquello que la usa por cosmético
No tu nariz – ser o no ser hermosa
Sino aquello para lo cual espía
No tu boca, no tus labios, no sus ajustes
Sino el hacedor del tubo digestivo
No tus pechos
Porque son diversión y aplazamiento
No tus partes sexuales, tus recompensas ofrecidas
Cuya naturaleza es la de una flor
Técnicamente peligrosa
No las redes de tu voz, tu donaire, tu compás
Tu droga de un millón de microseñales
Sino el propósito.
La piedra sobrenatural en el sol.
El ojo fiero
Del halcón, tras su capucha
Domado y hecho
A sus propias mixtificaciones
Y a los dedos de los hombres.
~
Escuela de sordos
Los niños sordos eran ágiles monos, peces trémulos y
súbitos.
Tenían caras alertas y simples
Como caras de animalitos, pequeños lémures
nocturnos en la luz de la linterna.
Les faltaba una dimensión,
Les faltaba una sutil aura oscilante de sonido y
respuestas al sonido.
Todo el cuerpo era ajeno
A la vibración del aire, vivían por los ojos.
La clara mirada simple, la plena atención instantánea.
Sus seres no estaban trenzados en una voz
Trenzada a su vez en una cara
Oyéndose a sí misma, su propio público y auditorio,
Aparición camuflada, aseveración en duda –
Sus seres se escondían, y sus caras asomaban del
escondite.
Con lo que hablaban era una máquina,
Una manipulación de dedos, un tablero de control de
gestos
Allá afuera en el espacio extraño
Apartado de ellos –
Sus caras sin usar eran simples lentes de vigilancia
Simples charcos de candorosa vigilancia
Sus cuerpos eran como sus manos
Más ágiles que cuerpos, como los martinetes de un
piano,
Una viveza de marioneta, una simple acción mecánica
Una vaguedad de jeroglifo
Una estilizada escritura
Deletreando señales aproximadas
Mientras el ser atisbaba tras la cara del simple
encubrimiento,
Una cara no meramente sorda, una cara en la
oscuridad, una cara no apercibida,
Una cara que era simplemente la piel frontal del ser,
encubierto y aparte.
Versiones de Jesús Tovar
Material de Lectura - UNAM
(Fuente: La comparecencia infinita)
No hay comentarios:
Publicar un comentario