Poema transcrito del original de 18.8.80
I am going to pass around in a minute some lovely, glossy-blue
picture postcards.
En un minuto os voy a dar unas postales bellas y brillantes.
Esta es la maleta de cuero que contiene la famosa colección.
Fijaos en mis manos, vacías.
Mis bolsillos también están vacíos.
Mi sombrero también está vacío. Ved. Mis mangas.
Doy la espalda, doy una vuelta entera.
Como todos podéis ver, no hay ningún truco, ningún alzapaño
escondido, ni jugos de luz engañosos.
La maleta reposa en esta silla de aquí.
Abro la maleta con esta llave maestra en ceremonias
de tipo, si me permitís la broma.
Lo primero que encontramos en la maleta, por encima de todo,
es — adivinad — un par de guantes.
Aquí están.
Pelliza.
Cosa fina.
Me pongo los guantes — mano izquierda... mano derecha... corte... perfecto.
Esto me recuerda...
Un joven artista perdido en la elegante Berlín de la Belle
Époque, sólo, en vano buscando por
placer. Pasa un grupo ruidoso
de patinadores, y una mujer de blanco deja caer
su guante, un guante con seis botones, blanca, largo, perfumado.
El joven corre, recoge
el guante, pero duda si debe aceptar o no el desafío.
Al final decide ignorarlo, guarda el guante en el bolsillo y vuelve caminando a su hotel por
calles
mal iluminadas.
Pero así me desvío de mi propósito de esta noche.
~
Miro mucho tiempo...
Miro mucho tiempo el cuerpo de un poema
hasta perder de vista lo que no sea cuerpo
y sentir separado de entre los dientes
un filete de sangre
en las encías
~
Un beso
Un beso
que tuviese un blue.
Esto es
imitase feliz la delicadeza, a suya,
así como un tropiezo
que se sumerge sordamente
en el reino expreso del placer.
Espío sin un ay
las evoluciones de tu confrontación
a mi sombra
desde la elección
debruzada en el menú;
un pez asado
un novio
un agua sin gas
de despegue:
lector embebecido
tal vez ensordecido
"al éxito"
diría mi censor "a la escucha"
diría mi amor.
~
Tú quieres sueño: desnúdate de los ruidos
Tú quieres sueño: desnúdate de los ruidos, y
de los restos del día, saca de tu boca
el puñal y el tránsito, sombras de
tus gritos, y ropas, llantos, cuerdas y
también las caras que asoman sobre
tu sonora forma de dar, y los otros cuerpos
que se acuestan y se pisan, y las moscas
que sobrevuelan el cadáver de tu padre, y el dolor (no oigas)
que se prepara para carpir tu vigilia, y los cantos que
olvidaron tus brazos y tantos movimientos
que pierden tus silencios, los vientos altos
que no duermen, que te miran desde la ventana
y en tu puerta penetran como locos
pues nada te abandona ni tú al sueño.
~
Chispa
Abrí curiosa
el cielo.
Así, apartando levemente las cortinas.
Yo quería entrar,
corazón ante corazón,
enteriza
o por lo menos moverme un poco,
con aquella parsimonia que caracterizaba
a las agitaciones llamándome.
Yo quería incluso
saber ver,
y en un movimiento redondo
como las olas
que me circundaban, invisibles,
abrazar con las retinas
cada pedacito de materia viva.
Yo quería
(sólo)
entender lo no vislumbrado
en lo agilísimo que sobrevolaba.
Yo quería
coger una brazada
del infinito en luz que conmigo se mezclaba.
Yo quería
captar lo incomprendido
en los momentos mínimos del espacio
desnudo y lleno.
Yo quería
al menos mantener descerradas las cortinas
en la imposibilidad de tañerlas.
Yo no sabía
que girar del revés
era una experiencia mortal.
Versiones de Raquel Madrigal Martínez
/
Poema transcrito do original de 18.8.80
I am going to pass around in a minute some lovely, glossy-blue
picture postcards.
Num minuto vou passar para vocês vários cartões postais belos e bri-
lhantes.
Esta é a mala de couro que contém a famosa coleção.
Reparem nas minhas mãos, vazias.
Meus bolsos também estão vazios.
Meu chapéu também está vazio. Vejam. Minhas mangas.
Viro de costas, dou uma volta inteira.
Como todos podem ver, não há nenhum truque, nenhum alçapão
escondido, nem jogos de luz enganadores.
A mala repousa nesta cadeira aqui.
Abro a mala com esta chave mestra em cerimônias
do tipo, se me permitem a brincadeira.
A primeira coisa que encontramos na mala, por cima de tudo,
é — adivinhem — um par de luvas.
Ei-las.
Pelica.
Coisa fina.
Visto as luvas — mão esquerda... mão direita... corte... perfeito.
Isso me lembra...
Um jovem artista perdido na elegante Berlim da Belle
Époque, sozinho, em vão procurando por
prazer. Passa um grupo ruidoso
de patinadores, e uma mulher de branco deixa cair
a sua luva, uma luva com seis botões, branca, longa, perfumada.
O jovem corre, apanha
a luva, mas reluta se deve aceitar ou não o desafio.
Afinal decide ignorá-lo, guarda a luva no bolso e volta caminhando para o seu hotel por ruas
mal iluminadas.
Mas assim me desvio do meu propósito desta noite.
~
Olho muito tempo...
Olho muito tempo o corpo de um poema
até perder de vista o que não seja corpo
e sentir separado dentre os dentes
um filete de sangue
nas gengivas
~
Um beijo
Um beijo
que tivesse um blue.
Isto é
imitasse feliz a delicadeza, a sua,
assim como um tropeço
que mergulha surdamente
no reino expresso do prazer.
Espio sem um ai
as evoluções do teu confronto
à minha sombra
desde a escolha
debruçada no menu;
um peixe grelhado
um namorado
uma água sem gás
de decolagem:
leitor embevecido
talvez ensurdecido
"ao sucesso"
diria meu censor "à escuta"
diria meu amor.
~
Tu queres sono: despe-te dos ruídos
Tu queres sono: despe-te dos ruídos, e
dos restos do dia, tira da tua boca
o punhal e o trânsito, sombras de
teus gritos, e roupas, choros, cordas e
também as faces que assomam sobre a
tua sonora forma de dar, e os outros corpos
que se deitam e se pisam, e as moscas
que sobrevoam o cadáver do teu pai, e a dor (não ouças)
que se prepara para carpir tua vigília, e os cantos que
esqueceram teus braços e tantos movimentos
que perdem teus silêncios, os ventos altos
que não dormem, que te olham da janela
e em tua porta penetram como loucos
pois nada te abandona nem tu ao sono.
~
Fagulha
Abri curiosa
o céu.
Assim, afastando de leve as cortinas.
Eu queria entrar,
coração ante coração,
inteiriça
ou pelo menos mover-me um pouco,
com aquela parcimônia que caracterizava
as agitações me chamando.
Eu queria até mesmo
saber ver,
e num movimento redondo
como as ondas
que me circundavam, invisíveis,
abraçar com as retinas
cada pedacinho de matéria viva.
Eu queria
(só)
perceber o invislumbrável
no levíssimo que sobrevoava.
Eu queria
apanhar uma braçada
do infinito em luz que a mim se misturava.
Eu queria
captar o impercebido
nos momentos mínimos do espaço
nu e cheio.
Eu queria
ao menos manter descerradas as cortinas
na impossibilidade de tangê-las.
Eu não sabia
que virar pelo avesso
era uma experiência mortal.
(Fuente: La comparecencia infinita)
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