EN ESTA VIDA ENGAÑOSA
Para el que deja la tierra,
la muerte es el fin del mundo;
con un dolor sin segundo
le puso fin a esta guerra.
Le ha dado esta vida perra,
por un minuto de gusto,
ciento veinte mil disgustos,
y no es un exagerar,
se viene al mundo a pasar
las penas de San Jobundo.
Yo digo, dónde estará
la luz de la explicación,
de llegar uno al panteón
y otro a la maternidad.
Me falta capacidad
pa’ hablar con inteligencia,
Por qué con tanta paciencia
se va el cristiano del mundo.
Tal vez en aquel segundo
principia la deligencia.
Sepa Dios qué paraíso
le destinaron al alma,
de no, por qué tanta calma
cuando se apaga el granizo.
Se olvidan los compromisos,
las deudas, los juramentos,
se apagan los sentimientos
en el minuto fatal;
Seguro que la verdad
la vive el que yace muerto.
El vivo llora doliente
la muerte de su difunto,
este no entiende el asunto.
como se calla sonriente,
durmiendo tranquilamente
con cuatro velas flameantes,
diciéndonos, arrogante,
que hay gran placer en la jaula,
y que no entiende la maula
de no enjaularlo más antes.
En esta vida engañosa
el alma es la que molesta,
en una y otra protesta
se pasa la tragediosa.
Ya ven, distinta es la cosa
cuando se duerme el humano,
pero si agarra el cristiano
en sueño seguir viviendo,
la pesadilla al momento
lo apresa de pies y manos.
Décimas de Violeta Parra, Editorial Pomaire, Barcelona, 1976
(Fuente: Carles Tàvec)
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