viernes, 4 de diciembre de 2020

Elisa Díaz Castelo (México, 1986)

 

 

Caída


Si una persona cae libremente,
no siente su propio peso

Albert Einstein

 

luego de caer y caer tanto
a pesar de estarnos quietos, apacibles,
en el viejo sillón, llenos de nuestros cuerpos,
luego de aprender que nada está, realmente,
quieto, de saber que la caída no termina, luego
de retar a la noche en decúbito supino
y saber que aun así caemos,
luego de tanto caer a ras del suelo,
luego de por tierra ser cortados,
luego de caer tan abatidos
en un vértigo de células caducas,
cada segundo un poco menos,
cada mes desangradas, casi otras,
luego de comprender que nunca
hemos tocado verdaderamente
fondo, luego de escuchar la caída roja
de la fruta en el pasto
y saber de pronto la gravedad de las cosas,
luego de decir “de este árbol no comeré”,
luego de multiplicarse nuestro dolor
en progresión geométrica y mirar
el efecto de la caída en vasos,
platos, floreros y de fragmentos
discernir la forma, de esquirlas, esquinas,
luego de atravesar calles a destiempo,
buscando hacer pie en los vendavales,
en la ciudad sin fin ni nacimiento,
cayendo al principio de las cosas,
desplomándonos cada segundo en círculos,
involucrados sin permiso en el girar de la tierra,
en su inclinarse al sol debidamente
luego de este caer concéntrico,
empedernido, esa
otra caída a todos lados,
el desplomarse de planetas
que olvidan el consuelo de sus órbitas,
soles errabundos y sistemas,
galaxias
que se expanden
y se enfrían,
cayendo al fin
sin ningún referente,
sin punto fijo
que nos diga cómo,
qué tan rápido
caemos, enfermos
de esta gravedad ajena,
de esta velocidad
desperdiciada, incrédulos
de que así se sienta la caída,
de saber que aun ahora
caemos
inmerecidamente
abandonados
al abrasivo canto
de las estrellas
a su insistente
diálogo de luces,
luego de pensar
que a lo caido caido
y atenerse,
aunque no quede
ni un ápice de duda
donde colocar
la cabeza
o el cansancio,
luego

 

(Fuente: Life vest under your seat)


 

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