El perro ajeno llega servilmente a lamerme
El perro ajeno llega servilmente a lamerme
con ojos impacientes y perlados
me espera en la puerta
a mí
una desconocida
Acostado y sin ruidos
pasa la noche atento
a no se sabe qué
Cuando salgo me recibe
alegre
sumiso
impaciente por estar en cualquier cosa que haga
fuera de casa
camino por los senderos que él conoce
palmo a palmo
y me guía con distracciones
como irse a bañar al charco
Parece como si esa costumbre
de lamer las puntas de los dedos
fuera para otro
Ese perro tiene un nombre
y yo juego
con él
sin importarle quién
fue
ni quién soy
(Fuente: La parada poética)
No hay comentarios:
Publicar un comentario