jueves, 10 de octubre de 2024

Pablo Ananía (Rosario, 1942)

 

 
BASURAL
 
 

Lana, terciopelo, guantes rotos, teteras
vacías oxidadas entre vías, ramales
abandonados sobre grietas y montículos,
niños y niñas con raquitismo, laberintos
de rampas de granito, a cielo abierto el
basural, pasadizos húmedos con olor a
mierda a través de puertas rotas,
descerrajadas, y piedras de moler
enterradas en ortigas, carne muerta
entre bolsas de nylon blancas y negras
colgadas como guirnaldas. 
 
Quien escribe, insomne, agita las hojas
muertas de los diarios, ama el viento
que solloza, y odia lo que no hace, lo
que hizo, miente, niega, mitifica. 
 
El pan se derretirá, el agua arderá,
bailarán desnudas en su imaginación
las atlantes griegas mientras en casa,
si es que tenemos casa, será muy bueno
descansar. Descansá. Tu ronda diaria
ha terminado, muchacho, muchacha,
anciano. Sacaste la basura, hiciste las
compras. Ya podés mentir otra vez. 
 
Los humildes, los niños y las niñas
en el basural esperan un milagro.
No saben quién tiene hoy el poder
de herirlos. Ahí están. Ella, por esta
noche acurrucada, yacente, y a un
lado, en su cama forrada con papel
de lija, otra, otro que aún no se ha
desmoronado. 
 
Y todo lo fingido está vivo, sumergido
en un sueño en el que te creíste vos
también vivo. Vos, yo, ella. Yo, nosotros,
ellos. Ningún reloj va a decirnos qué
hora es o cuándo será la hora. Los relojes
no hablan. ¿Vamos a rezar? Porque no
tenemos tiempo. Ya no. 
 
En los bordes del basural hay un
fueguito humeante. Hace un rato
largo que Dios está ahí sentado
con la sensación de estar en un
pantano tormentoso. Parece apenado,
desamparado, en ese páramo de túmulos
levantados de la tierra. ¡Bendita sea
la sombra del fracaso. Bendito sea
su amor. El amor, el amor. Ah, el amor.
¿Es acaso algo más que una elección
de palabras?
.....


(Fuente: Daniel Freidemberg)

 

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