𝗠𝗶𝘀 𝗱𝗶𝗮𝗿𝗶𝗼𝘀
𝗠𝗶𝘀 𝗱𝗶𝗮𝗿𝗶𝗼𝘀
Pongamos que te metes en una ciénaga oscura, quieta,
casi sólida en su densidad. Digamos que abres los ojos
y puedes ver objetos siniestros --¿vivos? ¿muertos?—,
algas correosas, bultos ondulando sobre la arena negra
y las rocas incoloras. Pongamos que aquella subacuática in
determinación poco a poco se torna todo tu mundo, tu
recuerdo y tu deseo congelados en gomosas penumbras.
Así siento yo este objeto inexistente. Diarios, delirios de
escritura, sueños vanos. Oportunidades nunca tomadas,
ilusiones: ¿Por qué nunca fui capaz de asumirlos?, ¿por qué
nunca la paz, la disposición para ordenar mis recuerdos,
cimentar una o varias opiniones como cualquier otro ser?
Mi mente ondula lento como un alga muerta y recuerdos,
sueños e ideas pasan de largo lento lento... sin mirarla...
***
𝗘𝗹 𝗳𝗶𝗻 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗮 𝗻𝗼𝗰𝗵𝗲
𝗘𝗹 𝗳𝗶𝗻 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗮 𝗻𝗼𝗰𝗵𝗲
No sé si en el fondo de mi mente o de mi cuerpo guardo
el final de esa noche en Barranco; detrás de la bruma invernal,
posada en el espejo del mar, te vi aún alejándote de mí,
indolente; un cierto barullo, un escándalo en el cielo tanto
como en mis ojos, y la luna desvaída y sucia viajaba hacia la
ausencia deshaciendo sueños, certezas.
El fin de esa noche ha quedado fijo en mí como un hito; el
suceso devino objeto sin proponérselo; apacheta que señala
flagrante el lugar de desesperanzas y recuerdos hirientes.
Esa noche ha inundado la noche de mi cuerpo. Esa noche
profundiza en mis sombras y hiede: sé que nunca se irá, sé
que moriré con ella dentro.
El fin de esa noche, como hace tantos años, permanece
en mí como un objeto enajenado.
(Fuente: Lab De Poesía)
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