Mi viejo
murió
de manos
y pies
sobre
mientras
el cogote pelón
del tumor
y sus tumores
ampollaban
aquel trabajo forzado
que venía del 43/45,
allá en el límite
polaco.
Allá de bruces
y talones desgarrados,
vómitos sangrantes,
mocos de caucho
y castigos,
y prisioneros que morían
comiendo barro
y hojas de remolacha.
Y la noche nazi
que nunca se le daba
por terminar.
- Inédito -
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