Tarde
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Ahora, en mitad de la límpida tarde,
La luna le habla claramente a la colina.
Los trigales crean su música sencilla,
Alabanza al silencioso cielo.
Y en el camino, la forma en que las estrellas vuelven a casa,
Los gritos de los niños
Que resuenan en el vacío, una milla o más,
Y caen en nuestro desierto oído,
Claras como el agua.
Dicen que el cielo está hecho de cristal,
Dicen que la sonriente luna es una novia.
Dicen que aman los huertos y los manzanos,
Los árboles, sus inocentes hermanas, cubiertas de flores,
Que llevan aún, en el borroso atardecer,
Los blancos vestidos de aquella mañana de la primera comunión.
Y, donde el cielo azul pierde los últimos resplandores de fuego,
Nombran los nuevos planetas por llegar
Con palabras que florecen
En voces pequeñas, ligeras como tallos de azucenas.
Y donde el cielo azul pierde los últimos resplandores de fuego,
Reflejado en el murmullo de un álamo,
Un pájaro, pequeño y alerta,
Canta como un chubasco.
(Versión de Jonio González)
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En Selected Poems, New Directions, Nueva York, 1959; edición ampliada, 1967
En medio de la vida de un monje de silencio y oración, Thomas Merton (1915-1968) escribió más de cincuenta libros. Profundamente arraigado en la tradición contemplativa, habló proféticamente sobre cuestiones de guerra, raza y economía. Fue capellán del movimiento pacifista de la década de 1960. Pionero del diálogo interreligioso, estableció relaciones con místicos y teólogos budistas, hindúes, sufíes y judíos.
(Fuente: Jonio González / Vía Jorge Aulicino)
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